Anoche estuve cenando en conocido restorán argentino que no mencionaré (una pista: es una muy sobrevalorada "steak house & fish marina" bonaerense en Masaryk, got it?) para celebrar el cumpleaños de mi hermano. Por cierto, me encontré a Héctor el pelón Gomís y lo fui a saludar.
Bueno, el caso es que seguro me vieron cara de sommelier o algo así, porque me sentenciaron: "Mano, tú escoges el vino". Por razones obvias, no le contaré este episodio a mi amigo Juan Sotres (les recomiendo ampliamente que escuchen su podcast sobre vino).
Total que ahí me tienen fingiendo revisar minuiciosamente la carta de vinos, que me pareció extremadamente cara. Buscando un vino de buen precio, me acordé de esa sabia lección que todos los españoles hemos aprendido: "Un Rioja nunca falla". Pensé que era mejor pedir un malo por conocido a intentar un stunt del tipo bueno por conocer que podría arruinar una gran cena y mi muy modesto presupuesto. Con esa inteligente idea en la mente, llamé al mesero dispuesto a convertirme en el héroe de la noche al elegir un vino simple, bueno y - sobre todo - barato.
Yo (con tono enológico): Joven le pido una botella de Marqués de Cáceres por favor
Mesero (con tono encopetado): ¿Le traigo la de setecientos cincuenta?
Yo (con tono despantos): No no (!) no joven, mire, tráigame esta que cuesta $480 pesos
Mesero (con tono inoportuno): Eeeeeh, sí así es, no me dejó Usted terminar, me refería a que si quiere que le traiga la botella de 750 mililitros.
Chale...Soy naquísimo.
Total que ahí me tienen fingiendo revisar minuiciosamente la carta de vinos, que me pareció extremadamente cara. Buscando un vino de buen precio, me acordé de esa sabia lección que todos los españoles hemos aprendido: "Un Rioja nunca falla". Pensé que era mejor pedir un malo por conocido a intentar un stunt del tipo bueno por conocer que podría arruinar una gran cena y mi muy modesto presupuesto. Con esa inteligente idea en la mente, llamé al mesero dispuesto a convertirme en el héroe de la noche al elegir un vino simple, bueno y - sobre todo - barato.
Yo (con tono enológico): Joven le pido una botella de Marqués de Cáceres por favor
Mesero (con tono encopetado): ¿Le traigo la de setecientos cincuenta?
Yo (con tono despantos): No no (!) no joven, mire, tráigame esta que cuesta $480 pesos
Mesero (con tono inoportuno): Eeeeeh, sí así es, no me dejó Usted terminar, me refería a que si quiere que le traiga la botella de 750 mililitros.
Chale...Soy naquísimo.
8 comentarios:
Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja
En efecto, eres naquísimo.
Saludos,
Cuco
ja, ja, ja, ja, ja!!!!!!
jajajajajajajajajaja, por lo menos estuvo bueno???????????????????
Jajajajajajajajaj
-es y será la frase más repetida en estos comentarios- no inventes Jesús!!!
admiro vuestra seguridad por exigir el precio justo!
Ja ja ja ja ja, apoyo al del precio justo... y 750 pesos o mililitros, igual eres naquísimo... pero un buen carnal.
Dios, ahora ni una carcajada es oportuna.
Bueno, entonces diré:
ora sí que misistes reír retejuerte.
Bravo por tus anécdotas. La tuya sí es una vida bien vivida.
JAJAJAJA
AHORA SI ME HICISTE REIR
eewwwwwww nacoooooooo
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