martes, 20 de septiembre de 2011

Desde Los Angeles

De esas veces que no sabes ni cómo acabaste aquí o cómo es que estás dentro. Justo aquí, de entre todos los lugares del universo. Aquí, como todos los astros y los aspirantes a serlo, sintiéndome un consagrado. California Dreams.
De cuando te encontraste irreversiblemente borracho tras beberte, sin darte cuenta, galones de toda esa agua que - según juraste - nunca beberías. De la seducción involuntaria propia de las víctimas de la mercadotecnia, que (lo digo con la seguridad de quien lo está viviendo en carne propia) muy lejos de la decepción, exhalan por todos los poros esa sensación de felicidad tan falsa y reconfortante al mismo tiempo.
Beverly Hills 90210. Ni quien te conozca aquí para juzgarte (auque las celebridades nos sabemos reconocer) o para recordar lo mucho que criticaste, quizá despreciaste, este sitio durante años.
It's showtime
: bajo la luz del escenario, a cantar sin importar los entretelones del pasado. Mucho menos preocuparse por la vida después del aplauso, si es que llega. Estamos atrapados en la foto, los paparazzi son cientos y somos adictos a ellos.
La noche en que los por qués valieron madres. La ciudad en la que nadie pierde tiempo explicando porque los demás están hechos de plástico. Tinsel Town.
El momento (físico o de la vida) en el que te das cuenta de que estas tierras sin el toque mexicano - ese presuntuoso que le das tú - no serían absolutamente nada excepto por las estrellas (de las películas o del cielo).
De esas veces en las que, de noche, cobraste consciencia de que estás en una cama King Size haciendo el amor con Los Angeles. Californication, que le dicen.

lunes, 1 de agosto de 2011

De cuando los astrólogos por fin aciertan

"Say oh, got this feeling that you can't fight
Like this city is on fire tonight
This could really be a good life.

Sometimes there's airplanes I can' t jump out
Sometimes there's bullshit that don't work now
We are god of stories but please tell me
What there is to complain about?

When you're happy like a fool
Let it take you over
When everything is out
You gotta take it in

Oh this has gotta be the good life
This has gotta be the good life
This could really be a good life, good life"




Queridos dos (2) lectores, estoy aquí por tres (3) razones:

1. La primera es reivindicar esa noble y honesta profesión que es la astrología. Que sea la última vez que oigo que alguno de Ustedes dos llama "charlatanería barata" a los horóscopos que aparecen al final de las revistas, por favor. Se ven muy mal haciendo eso. Los astrólogos saben bien lo que hacen: sólo hay que ser lo suficientemente cultos e instruidos en las ciencias ocultas (que, por cierto, son exactas) para entender sus esotéricas prácticas.

2. Compartir y precisarles que, de lo que leen en su horóscopo, sólo lo bueno se cumple. Todo lo malo es relleno que exigen los editores de las revistas porque - ya saben -, la violencia vende, así es esto. No se vive de ser astrólogo, hay que comer en esta vida y cada medio tiene una agenda y una línea editorial. Pero un buen aprendiz de astrología sabe obviar la paja y nomás leer lo bonito, que es lo verdadero. Así que ya saben.

3. Dar fé de que - si bien tarda digamos, unos diez meses - todo lo bueno que han leído en estos recuadritos se va acumulando en el cosmos, hasta que llega un día en que se desborda y BUM la fortuna aterriza. Incluso, si se confundieron y leyeron por ahí otro signo que no era el de Ustedes y se dijeron "Oh, qué padre que te diga eso tu horóscopo", también, TAMBIÉN eso que desean, se cumplirá.

Palabra de Escorpión.

viernes, 8 de julio de 2011

De Hombres y de Dioses

“Quien mate a su hermano, se irá al infierno”
- El Corán

Esta cinta ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2010, narra cadenciosamente la historia real de ocho monjes cistercienses franceses que habitan un monasterio en una población musulmana en Argelia, durante la guerra civil de los años noventa, cuando grupos de fundamentalistas islámicos sembraron terror en la región.
Cercanos a los pobladores, los monjes - que comparten sus labores y festividades, y se hacen cargo de sus necesidades médicas – se verán enfrentados a la terrible duda de quedarse o abandonar el país ante la amenaza latente de ser asesinados por los terroristas.

¿Es cobarde partir cuando los extremistas acechan? Enmarcado en el atractivo exotismo del Medio Oriente que tanto ha fascinado siempre al pueblo francés, el director Xavier Beauvois no sólo brinda una historia de esperanza en tiempos de sangre, sino una sutil crítica a la colonización francesa en Argelia y un compendio de interesantes reflexiones que pueden trasladarse hasta el México de hoy.
Entre cánticos antiguos de iglesia, el trágico planteamiento de la película ofrece una alternativa de filosofía y comportamiento ante el terror que al amenazar parece estar cada vez más cerca: un escenario con el que los mexicanos podemos identificarnos perfectamente.
El problema de resolver ser mártires por quedarse en un lugar no aplica cuando la realidad se desborda y hace parecer la decisión como un suicidio, haciendo que el heroísmo se diluya a pesar de que ser libre bien puede definirse como el no tener miedo a morir.
La democracia como sistema aparece sugerida, confrontando a Christian - el sacerdote líder por quien sus compañeros votaron en un principio para que decidiera por ellos - con el descontento propio de la rendición de cuentas, que surge a partir de la insatisfacción de la mayoría ante las decisiones inesperadas, algo con lo que también, muchos mexicanos pueden indentificar en su vida actual.
La escena sin diálogos en la que los frailes disfrutan de una cena a la que incorporan vino y música es conmovedora e invita a revalorar el amor a la vida, aunque si un elemento en esta obra es capaz de arrancar el corazón y simpatía del espectador es el actor Jacques Herlin en el cándido papel de Amédée, el sacerdote más viejo del grupo.

Un buen pastor no abandona nunca a su rebaño cuando llega el lobo: Para que esta joya permanezca en salas, hay que ir a verla ya. De Dioses y de Hombres, llega por fin a las pantallas de México este viernes 8 de julio en Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional, The Movie Company y Lumiere.

domingo, 22 de mayo de 2011

Guía para presentar un proyecto en junta

Día a día me toca recibir en junta a personas que vienen a presentar sus proyectos.
Alguna vez tuve que hacer equipo para ir a presentar mis servicios a clientes potenciales y pensé que era bastante malo, pero no. La triste realidad de las reuniones y presentaciones es tan desoladora, que me encuentro ya preparando un librazo de consejos.
Para desahogarm...cof cof perdón iniciar, basado sólo en las juntas de la semana pasada, he aquí algunos consjeos:
  • Nunca, nunca jamás inicies la reunión de seguimiento con un "Te extrañé". Sólo nos hemos visto una vez, con lo cual o eres la más patética de las lamebotas o neta estás solísima en el mundo (y qué miedo).
  • Tres personas son multitud, sobre todo si las tres intervienen - léase se atropellan - en una misma presentación.
  • En el mismo tenor, si tu compañero se equivoca, lo corriges en tu oficina, no en mi sala de juntas. Te recomiendo que ANTES de la reunión revisen juntos la propuesta. Ten precaución con frases como "Ah es que no tuve tiempo de leer lo que veníamos a exponer". Te ves mal.
  • Si te pregunto que si quieres agua o café, no me respondas que si tengo Freska o Sprite o algo así. No soy tu pinche miscelánea. Si te traen agua y no conoces la marca, por favor disimula tu recelo. Tip: Además de la Bonafont, existen otras marcas igual de confiables. Te lo juro.
  • Lávate los dientes, mastica un chicle o chupa una pastilla. Soy fumador, cafetero y - aún peor - taquero y garnachero. Ergo, si yo puedo tú puedes. Si traes mal aliento, no puedo concentrarme en tu propuesta y, mientras expones con tanto esfuerzo, yo sólo cuido que no notes cómo estoy aguantando la respiración o cubriendo mi nariz.
  • No te ocurra hablar mal de México: Eres mexican@ y yo también (Si no eres mexican@, peor tantito). Cualquier comentario en contra del país descalifica tu proyecto por muy bueno que sea. Lo siento, estás en junta conmigo, en mi oficina, mis reglas son las reglas.
  • Cuida tus estadísticas. Recuerda que lo que ocurre en tus muy distinguidos viajes por el mundo, o las experiencias aisladas de tus cuates o familia, podrían NO ser representativas de la generalidad.
  • Breve. Lo breve significa corto, sucinto, parsimonioso, chiquito, preciso, específico. Etcétera. Si no puedes enunciar el objetivo de tu proyecto en una frase, no lo tienes claro. Si tú no lo tienes claro, yo menos. No perdamos el tiempo. Bre-ve.
  • Está bien que uno sea muy fan de Lady Gaga, pero eso no lo sabes tú. Acudir a una reunión de negocios vestida como ella no te llevará a nada, especialmente si no tienes la figura.
  • Tu iPad no me impresiona, menos si no lo sabes usar y/o traes uñas enormes tipo Niurka y eso dificulta que teclees.
  • No me importa lo importante que eres. No me interesa tu esposa, ni tus hijos, ni tu apretada agenda, ni nada ajeno que nos distraiga del tema al que viniste.
  • Finalmente una pregunta retórica. Si - al igual que el 70% de la gente que recibimos en juntas en esta oficina - tienes tan buena relación con el Señor Presidente y hartas secretarías de estado... ¿Qué haces en junta con un tipejo como yo?
NOTA: Doy fé de que al término de esta entrada sentí claramente cómo bajaron los niveles de amargura de mi muy decepcionado espíritu. Gracias.

lunes, 16 de mayo de 2011

De los pies (Ew)

Si resulta que voy a tener que estar tocándole los pies a desconocidos durante el yoga, voy a dejarlo.
Y es que aunque empecé con toda la ilusión, feliz, sintiéndome muy relajado muy zen-budista yo; tengo una historia de fobia (¿Se dirá podofobia?) que data de la época en que cobré razón y la verdad es que no puedo con ello. Los pies de la gente siempre me han parecido feos y repugnantes. Así en general. Y es que son horribles ¿No?
A la par de mi aversión, he desarrollado un pudor excesivo - léase complejo - por mostrar los míos. No me siento cómodo enseñándolos. Es muy muy rara la vez que uso sandalias (o chanclas o huaraches), si estoy en la arena los entierro y si estoy en un sillón o una cama los escondo. Es más, en pleno masaje de esos relajante.shiatsu.exfoliante.sueco y demás bondades tranquilizantes, basta con que el masajista me agarre los pies para sentirme reteincómodo y dejar de disfrutar.
Me da al mismo tiempo una especie de admiración esa gente que tiene unas pezuñas horribles (la mayoría, la verdad) y las muestra despreocupadamente, au naturel, así como si nada. Pregúntome cómo es que cubrimos lo maravilloso y enseñamos lo más gacho. Me es inexplicable eso de que hay quien los encuentra bonitos o - peor - excitantes. Los zapatos son otra cosa, y creo que gustan tanto justamente porque tranforman los pies en algo bello, en el mejor de los casos.
Una vez leí que en Tailandia está prohibido señalar, tocar con o incluso mostrar la planta de los pies y dije: Es hora de migrar, allí sí me entienden. Patitas pa qué las quiero, literal. Y es que la enseñada de patas es una triste costumbre que ocurre hasta en las mejores familias. Nomás vayan a la playa y juzguen por sí mismos.
Uno de los mamarrachos más mamarrachos con los que me ha tocado convivir decía que a él le dan asco los ombligos. Y yo pensaba qué estúpido mamarracho, los ombligos tan rebonitos que son. Seguramente alguien me lee así , piensa lo mismo y bueno ¿Qué? Cada quien sus disgustos.
El punto es que uno crece y entiende que las manías deben superarse y le entra al yoga por aquello del estrés extremo y se dice a uno mismo OK supéralo, vas a tener que pisar descalzo la duela (goooaaaac) y además enseñarlos, no vas a ser uno esos ridículos que entra al estudio con calcetines. Es más, se dice uno: Vas a tener que mirar los pies del profesor para hacer bien las posturas, ni modo. Y así empecé más o menos bien, pero la gente tan libre y budistosa que hace yoga no parece tener reparo en - por ejemplo - pisar MI tapete, que según yo te hacen comprar justo para que tú pongas TUS patas - y las de nadie más - en TU tapete. Corte a: Yo asqueado lavando mi tapate en el lavadero de mi casa con harto jabón, más o menos a estas horas. Desde que entré a yoga traigo una obsesión excesiva por cuidarme y traer siempre bien purificadas las patas, las uñas super cortas, todo super limpio y pues, se esperaría que los demás se cuidaran igual ¿no????
Pues resulta que llegamos al punto en que hay que aprender a sostenerse con las manos, y para aprenderlo hay que trabajar con alguien más y ayudarlo sosteniendo sus zarpas. No me daría tanto asco si me tocara trabajar con alguna de las niñas bonitas que van al yoga porque pues después de todo, son niñas y como que son más pulcras, más lindas, no sé. Pero no. Por razones de tamaño y fuerza y las arañas, el profesor (que tiene unos pies espantosos) siempre me pone a trabajar con el típico gorrrdo alto de la clase y pues es demasiado para mí, demasiado. Tanto, que hasta me hace venir a desahogarme aquí cuando llevo meses sin escribir. Demasiado, repito. No puedo. Ni modo...

martes, 5 de abril de 2011

De Acapulco

"Acuérdate de Acapulco, de aquellas noches..."
- Agustín Lara


Hace pocos días volví a tener el privilegio de visitar Acapulco por trabajo.
Clásico: ni bien llegué inicié una entrañable y animada plática con el taxista que me llevó al hotel. Una más de todas las veces memorables en las que uno interactúa con un acapulqueño y se queda contento por esa hospitalidad y sonrisa que sólo ellos tienen.
¿Cómo está mi Acapulco? Pregunté. Hermoso, como siempre. Con sus problemas y todo pero igual de bonito.
Avanzando por la Costera, como vapor y de entre las paredes, salieron volando cientos de retazos de mí. Siempre viviré en Acapulco.

En el destino de sueño para mi abuela, que trabajaba todo el año para ahorrar y pasar una semana con mi madre y mi tío: en la Quebrada, en Pipo's, en Puerto Marqués.
En el lugar en que mis padres vivieron su luna de miel durante aquella época dorada en la que el mundo entero deseaba codearse con el jet-set que poblaba sus hermosas playas.
Allí estuve yo de niño, de adolescente y de adulto. Con presupuesto y sin él. He dormido en Elcano, en el Mayan, en el Pierre Marqués...en todos esos típicos y legendarios; y también en un coche dentro del estacionamiento del Wal-Mart de la Costera, en tiempos compartidos, casitas y modestísimos bungalows. Acapulco me ha visto sin playera, sin ropa, blanco, bronceado y rojo, borracho, pleno, sobrio, apasionado, relajado, vencedor, derrotado, en la cima de Paladium, en el fondo del Alebrije, como chalán y también como jefe. Y siempre me ha tratado igual de bien.

En Acapulco está la mano de mi madre, guardando la mía en la arena, enseñándome el sonido del mar dentro de los caracoles. Y aquellas excursiones mágicas en barco con fondo de cristal para ver a la Virgen del Mar, todo un impacto para cualquier niño. Mi primer antro: Andrómedas de Acapulco, a los 13 (y mi primer desarmador). Wow. En Acapulco está mi amigo Sours, tantas veces, en el bungee y en tantos sitios, junto conmigo. Con él me batearon de la entrada del Disco Beach aquella trágica noche en que nos fuimos a ligar gringas en spring break pero no nos dejaron entrar al Baby.
Desde la mera orilla del mar de Acapulco lloré emocionado en la boda más espectacular a la que he ido: la de Karen -que es como mi hermana- y Terry, oficiada por los cuatro elementos. Esa tarde, noche y madrugada en la que mi hermana Perla me parecía una diosa con ese vestido y amanecimos bailando ante el sol del siguiente día. En algún otro viaje ella y yo regresamos para ser parte de la inauguración de El Encanto, a partirnos el lomo y disfrutar juntos del puerto a pesar de aquella señora amargada que nos contrató medio engañándonos. También están Eduardo (en su convertible rojo, muy Luis Miguel él) y Gaby y Lorelee y Paola y Dordelly y Alan y Any en la boda de uno de los grandes: don Arturo Muradás que allí se casó entre la lluvia.

Y así podríamos seguir.

Con todo esto, estoy seguro que millones de mexicanos y extranjeros tienen los mismos - y más y mejores - recuerdos que yo. Material espiritual que está ahí, vivo, inmortal. Acapulco es asombrosamente versátil: pocos destinos del mundo se adaptan tan a la medida de la cartera y tienen tantas opciones según cada posibilidad. Ahí se gastan bien igual las monedas que los millones.


Más allá de la política alrededor de Acapulco, a la cual no me quiero y no me puedo referir esta vez (Caminar por la Costera es disfrutar, y ese goce embriaga, nubla e impide cualquier pensamiento remotamente cercano a asuntos políticos), confío en que todos estemos - como yo - con las ganas de volver a revivir y a cosechar nuevas historias.

En ese mismo viaje de taxi, pasando la Diana, antes de llegar a mi hotel, sentí algo muy fuerte: Acapulco es idéntico a nosotros. Es inevitable ser mexicano y no identificarse con ese paisaje que - igual que nuestros propios cuerpos - habla al mismo tiempo de muchas épocas de prosperidad y muchas eras de tragedia. Paisaje que expresa cómo en carne propia sabemos lo que es caer y levantarse. Fachadas de piel curtida, derrumbada, reconstruida y lista para sobreponerse a la siguiente debacle. Con una historia propia, rica y natural: aquí no se construyó nada artificialmente como en otros lados. Lo que ves es lo que hay, lo que queda después de la sobre-explotación y de las pruebas de la vida (que por cierto aún es mucho y sigue igual de vivo, abundante y hermoso que al principio, a pesar de todo). Exactamente igual que nuestros propios cuerpos.

El mejor souvenir de Acapulco es una foto panorámica, tomada con los ojos y la mente, de la bahía: probablemente la más impactante y bella del mundo. Acapulco Bay, diría Sinatra. De noche, es un bordado prodigioso lleno de luz y vida. Mientras hacía click click click mental una noche antes de regresar a la capital en medio de un yate rodeado de gringos felices que bailoteaban Macarena, le agradecí mucho, y -sabiendo que nunca iba a poder despedirme - le prometí pronto volver.

sábado, 12 de marzo de 2011

Cinco buenas opciones para cenar en la Ciudad de México

No hay tesoro mayor que darse cuenta a tiempo.
De repente sentí que hacía mucho que no hacía lo que más me gusta: comer, probar, comentar.

Aún había (hay) mucha oportunidad de quitarme el remordimiento por las veladas perdidas de estos últimos meses en las que me quedé trabajando sin cenar, así que - con ganas de literalmente comerme al mundo, o por lo menos a mi ciudad - esta semana salí cada noche en busca de sitios deliciosos con un éxito rotundo: recomiendo 5 de 5. Aquí las experiencias en orden cronológico, con su correspondiente sugerencia.

Lunes - Central Brasserie (Masaryk 123, entre Schiller y Lope de Vega, Polanco)
Muy pocos lugares en el mundo ofrecen la posibilidad de - al mismo tiempo - sentirse en casa y consentir a los sentidos. Envolvente como una entrañable frazada casera pero elegante y sofisticado, consolidado tras haber sido el lugar de moda sin haber perdido estilo y calidad, el ambiente es simplemente exquisito. Si bien ofrece las mejores patas de cangrejo de la ciudad (pregúntenle a Eva Longoria), esta vez me adueñé de la terraza (quizás su espacio más encantador, en el que además se puede fumar) para probar la lasaña de pato con foie gras. Gustosa, sedosa y excelente, sólo rivaliza en el apartado de pastas con mis favoritos del pasado: los ravioles de langosta. De postre, el dilema es difícil: la tarrina de chocolate es una delicadeza y las tartas de crema están tan buenas que te tiran de la silla. Pedí ambas opciones, para qué pelear. Lo más sorprendente es su cava: maravillosa y surtidita. No te dejes engañar, si bien la zona y la decoración de este bistro sugieren costos elevados, la verdad es que es posible cenar muy bien (con todo y vino) a precios más que razonables.
*Tengo que regresar a probar: La hamburguesa de Kobe beef.

Martes - Azul Condesa (Nuevo León 68, Condesa)
El templo mayor del buen comer mexicano, sin duda alguna. El legendario Azul y Oro viaja a donde era Ligaya en la Condesa, mejorado y aumentado: aquí sí venden alcohol y hay una terracita para fumar. Excitante. Nunca antes había sentido un deseo tan fuerte de tener más capacidad (lo cual ya es decir) para continuar comiendo. Fascinante y a manera museo de antropología, las ancestrales recetas que aquí sirven son - gracias a la pureza y calidad de los ingredientes - verdaderamente espectaculares. Si bien iba por los buñuelos de pato bañados con mole negro (MMMMMHHH), esta vez me dejé llevar por el festival de moles y pedí un muy placentero pavo con pipián rojo (a base de pepitas y achiote) originario de Yucatán. De postre, sucumbí al potente nicoatole con zapote y me rendí ante el tamalito de chocolate relleno de pasas y almendras (asombroso, muchísimo mejor que el tamal de chocolate de Pujol). Larga vida al rey (qué digo "larga vida", si este tipo ya es inmortal) chef de la cocina mexicana: Ricardo Muñoz Zurita.
*Tengo que regresar a probar: Las enchiladas con jamaica y todos los platos de la carta que aún no haya probado.


Miércoles - Primo Bacio (Matías Romero 96, casi esquina con Adolfo Prieto, del Valle)
Nacido en Polanco, esta es una excelente opción para cenar a gusto ahora también disponible en mi muy querida Colonia del Valle. Junto a la nueva cafetería y los clásicos Tacos Don Manolito, esta trattoria italiana de ambiente informal cuenta con una carta simple y buenas opciones de vino. Las pizzas pueden mejorar, pero las pastas y los postres son buenísimos. Ordené una pasta Napoli, con pechuga de pollo, brócoli, pancetta y salsa ligera de jitomate, rica rica rica. Tienen el grandísimo detalle de regalarte limoncello napolitano fresquito. Si bien el fondant es excelente, esta vez me quedé con el biscotto di ciocolatto recién horneado, que me cautivó con sus texturas inesperadas.
*Tengo que regresar a probar: El salmón a la plancha, lo pidió una señora de la mesa de junto y se veía espectacular.

Jueves - Cerro Viento (Homero 433 esquina con Emerson, Polanco)
Bonito y nuevo (apenas abrió este marzo), me late que se nos va a poner muy de moda. Aparte de su buena ubicación, el gran gusto en su decoración y el ambiente más bien exclusivo (es fácil imaginar ya a las celebridades y socialités allí reunidos), su carta es amplia y refrescante, una mezcla entre cocina española y mexicana de alto nivel, muy al gusto de la burguesía mexicana. Si bien la chistorra y los sopecitos de marlin estuvieron muy buenos, no fueron nada del otro mundo. Lo realmente inolvidable fueron las carnitas de pato, con todo y tortillas y una salsa roja perfecta. De postre, la mousse de chocolate con almendras fue el broche de oro, de consistencia contundente y una presentación clásica, encantadora. Imperdible.
*Tengo que regresar a probar: El pollo "Don Jesús", por obvias razones.

Viernes descansamos (Pero comimos en El Huequito)

Sábado - Pablo El Erizo (Montes de Oca 6, entre Tamaulipas y Nuevo León, Condesa)
Lo primero es mencionar que el chef Efraín es de la Colonia del Valle, a mucha honra. Después, creo que no sé cómo seguir: este sitio es una delicia. Con una decoración inspirada en el mar, sofisticada y agradable, la frescura de los productos del mar y el concepto de cocina Baja Californiana te atrapan sin vuelta atrás. Magnífico para una tarde soleada cerveza en mano, los sopecitos de pulpo estuvieron exquisitos, y qué decir del aguachile de camarón: perfecto. Tuve el gran acierto de pedirme un pulpo a la plancha, acompañado con papas y frijoles negros perfumados con orégano. Pedí tortillas de harina y me dí vuelo. La textura suave y perfecta del pulpo, su sabor a mar, el toque mexicano de los frijoles...Inigualable. Una amiga mía reseñará pronto (en una de esas revistas que los chilangos leemos) el atún sellado con pistache (pude probarlo, remojado en salsa de soya con miel...para qué les cuento, soberbio).
*Tengo que regresar a probar: El capellini con mariscos.


Es domingo. Hoy me toca cocinar para los compadres de mis papás. Un día de estos me echo la receta de pasta con carne que ya empecé a preparar, a ver qué les parece.



Bonus:

No podía dejar de escribir, por si alguien no lo conoce aún, del que a mi parecer ofrece los mejores tacos al pastor del universo. Nació en la calle de Ayuntamiento (Para mayores referencias, eche un ojo a www.tacosygarnachas.com para encontrar fotos de Marco Beteta y un servidor chupándonos los dedos en ese lugar), pero tiene sucursales en la Nápoles y - claaaaro - en la del Valle, donde por cierto sirven buenos tragos hasta las 4 de la madrugada. Los amantes del pastor morirán con el taco de pastor especial. Mi favorito, el queso relleno de pastor. La sopa de tortilla, quizás la mejor de la ciudad. Los burritos, imposibles. El queso fundido con chistorra, fabuloso. Ustedes dicen.

A menos que Usted haya nacido o vivido una larga temporada en Boston (o así), los cupcakes siguen siendo un postre original para México, y este lugar va cobrando fama por la alta demanda que genera: antes de que las reposteras terminen de batir bien el frosting, mientras los cupcakes aún están del horno, ya están siendo vendidos. La estrella del lugar es el cupcake de mango con jamaica (de verdad explota en la boca), pero también los sabores de té verde o chai son muy novedosos. De entre los clásicos (chocolate -con chocolate y trozos de chocolate-, vainilla, red velvet...), sobresale el de zanahoria, especialmente porque el frosting de queso crema es probablemente el más rico del lugar.
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