jueves, 21 de mayo de 2009

¿Cómo celebramos?

OK. Nada es para siempre.
A mi edad, ya voy teniendo cada vez más invitaciones a muchas bodas de personas importantes en mi vida que, luego de pasar un tiempo considerable con sus respectivas(os) y tener una certeza de lo que quieren están decidiendo casarse. Todavía en nuestra sociedad este ritual es planeado en principio para toda la vida aunque claro, siendo 2009 ya existe más flagrantemente la opción de cambiar de planes ante cualquier contratiempo que pudiera surgir sin ser severamente juzgados.
Estas decisiones no sólo se legitiman a través del anunciarlo a todos, sino a través de firmar fidelidad en papeles y hasta prometerlo ante lo que cada pareja crea. Pienso yo que esto no es necesario y basta con que dos personas acuerden quedarse juntas, pero es encantador hacer todo el numerito.
Prácticamente para cada boda, uno tiene que gastar en trapos decentes qué llevar, un regalo acorde a la fiesta que uno estará disfrutando y, a veces, hasta un viajecito lejos. No pasa nada, que para eso uno trabaja.

Luego de pasar un tiempo bastante considerable conmigo mismo, tengo una certeza de que lo que quiero es no casarme. Aún no es muy común encontrar en nuestra sociedad personas que no tienen ganas de despertar junto a alguien más y entonces toman la decisión de comprometerse consigo mismos; claro, siempre con opción a cambiar de planes ante cualquier boda-contratiempo que pudiera surgir, al fin que esto es 2009.
No tengo ningún problema compartiendo este sentir, hasta podría firmarme fidelidad a mí mismo seguro de nunca fallarme. Estoy seguro que tampoco es necesario, basta con sentirme soltero y feliz, pero sería encantador que existiera un numerito para hacer partícipes a todos.
Sería genial convocar a un evento en el que todos se pusieran sus mejores trapos, me regalaran cosas y nos largáramos de viaje a emborracharnos para celebrar que hasta que la muerte me separe, yo así me quedo. Y no pasa nada, que para eso trabajan.
Quiero un festejo en que no haya despedida sino bienvenida de soltero porque a partir de eso, toda la vida es un viaje de luna de miel con uno mismo, o con quien quiera unirse (temporalmente). Claro, nada es para siempre, eso sí...


domingo, 17 de mayo de 2009

No te invito a Distrito Capital

Había estado ya un par de veces por la mañana en la terraza de uno de los nuevos hot spots de moda en la Ciudad de México: el hotel Distrito Capital, por razones de trabajo. Me queda lejos, está en Santa Fé.
Tuve que conducir hasta allá para la despedida de una entrañable amiga.
Ni modo, a ver qué tal pensé. Regalo en mano, llegué al elevador custodiado por un monigote que, hay que decirlo, fue educadón hasta eso.
Una horda de mujeres jóvenes, hermosas y tontas, vestidas como si esto fuera una boda, me precedía. Pregunté por qué no podíamos subir a la terraza.
Porque el lugar está lleno, no puede subir ni una persona más. Pensé que era muy razonable prever algo así. Y entonces, empezó uno de los desfiles más patéticos que he visto en mi vida.
Siento mucho no saber quién es Moi Micha, pero era el nombre que todos dejaban caer. El tipo tiene, con base en los 20 minutos que estuve esperando, unos 87648754854 amigos. "O sea, díle a Moi que (inserte nombre) está aquí". Fue asqueroso presenciar lo que está dispuesta a hacer la gente por entrar a un lugar. Desde coquetearle al guarro de la entrada, ofrecer dinero, mentir y quedar en evidencia, hasta ningunear al tipo que sólo hace su trabajo para sentirse importante ante los desconocidos que ahí estabamos y que - Dios quiera - nunca volvamos a vernos en la vida. Todos, en especial los peores perdedores, se conducían con actitud prepotente, ofendidísimos por no ser reconocidos. Revolting. Los olores a laca de pelo
(dije Laca, con L) y a perfume concentrado eran fuertes hasta el punto en que, de no ser por el regalo que llevaba, me habría largado a los 5.

Porque, - de repente -, un par de amigos (auténticos) del tal Mois o como se llame, subieron. Llegaron, farolearon y el monigote custodia los dejó entrar. (¿?). Después otro par. Después tres o cuatro que, a base de insultos al cadenero y llamadas altaneras, consiguieron que se ordenara al guardia por radio que se les dejara subir. Esto quiere decir que:
a. El personal del lugar está poniendo en riesgo la seguridad de sus clientes al permitir subir a los amigos de noséquién a pesar de que el espacio está lleno, o
b. Existe un filtro ficticio para sólo hacer entrar a la gente que sea capaz de mencionar el nombre de los influyentes que frecuenta o pretende frecuentar. Mal, mal.

Sólo dos mujeres con bolsas gigantes de Chanel y yo éramos los únicos en silencio, esperando. Por radio, algún amigo suyo con influencias arriba mandó autorizar su acceso. Una de ellas intercambió una mirada de complicidad conmigo y le dijo al cadenero:
Él viene con nosotras. Y así pude subir. Mucho gusto, me llamo Bla, nos dijimos ya en el ascensor. Gracias Bla, dije.
En la terraza, mis amigos estaban en una esquina ya un poquillo borrachos, y aún así tuve que esperar otros 20 minutos para beber algo, pues de los meseros ni sus luces, a pesar de que en nuestra mesa el alcohol se consumía mucho y bien. Se quedó una botella a medio terminar y nunca recibí un vaso para servirme. Después de arremolinarme en la barra conseguí un
drink muy mal hecho. De haber podido, habría bebido mucho más, pero me fue imposible. Pocas veces me ocurre que, cuando estoy dispuesto a gastarme el dinero, no encuentro la forma de hacerlo. Así fue en Distrito Capital.

Así que no, no lo recomiendo. Ni siquiera si eres uno de esos wannabe socialité. Debe ser muy frustrante
estar dispuest@ a morder el polvo sólo por sentarte junto a la crema y nata para después acceder al lugar y ver que - francamente - ahí no hay ni crema, ni nata.
La terraza está bien, pero no como para esperar 20 minutos. Mi tiempo, y el de todos, vale mucho.

Afortunadamente, en la ciudad más poblada del mundo, existen espacios mucho más bonitos, con mucho mejores martinis a mejores precios, donde hay suficiente personal atendiendo a los clientes y - sobre todo - donde no conocer a Moi Micha no es un problema para entrar.

domingo, 10 de mayo de 2009

Gracias recesión, gracias epidemia

"Thank you India. Thank you terror. Thank you disillusionment. Thank you frailty. Thank you consequence. Thank you, thank you silence."
- Alanis Morissette

Ayer, por primera vez en tres semanas, salí de noche y estuve en un kararoke bar con mis amigos. Fue increíble. El haber añorado salir de noche, la imposibilidad de dejar la casa a causa de la epidemia, hicieron que el reencuentro con mi vida nocturna fuera espectacular.
A futuro, sin embargo, creo que va a seguir habiendo muchos fines en los que no salga, por puro gusto. Para ser realmente justo, debo decir que estos días pasados hubo dentro de mi casa o de casas de amigos celebraciones, cumpleaños, reuniones...que fueron igual de inolvidables, y que quizá nunca hubieran pasado si no hubiera habido influenza porcina en esta ciudad.
Como dice él, que escribe de lujo, este tema nos va a seguir rondando. ¿Qué es lo que viene?

Es hora de mirar los lados positivos de tener menos dinero por la crisis, y más paranoia por la influenza.
Sin duda, lo que no te mata te hace más fuerte. Aquí seguimos, vivísimos.
Esto no es nada nuevo, lo sabemos todos:


- Gastaremos bien. La recesión nos ha enseñado dos máximas fundamentales: Comprar sólo lo que nos es absolutamente necesario, y/o comprar sólo lo que nos vuelve locos. Gastaremos mejor. En México especialmente, somos famosos por nuestro ingenio y creatividad, somos expertos en arreglárnoslas. Ya vimos que es posible. Para mejorar las finanzas personales, recomiendo este gran blog, que es muy útil y habla en términos simples sobre cómo hacer un mejor uso del dinero.
- La introspección llegará a nuestras vidas. Si nuestro ingreso ya no va a dar para tantas salidas, quedarse en casa a disfrutar de uno mismo y de las propias reflexiones y pensamientos, el replanteamiento de metas, etc. son hábitos que no debemos dejar cuando regresen las vacas gordas. Situaciones difíciles como perder un empleo forzarán a una búsqueda interna y en el mejor de los casos, un fortalecimiento personal.
- El diálogo recuperará terreno. Mírennos. Aquí, interconectados por un blog. Qué va uno a hacer cuando allá afuera los bichos epidémicos nos acechan y es mejor quedarse encerrados. Además, el cafecito o la cerveza en casa se retomará con más fuerza. Menos Starbucks (ojo: digo menos, no "nada de") y más café recién hecho en la cafetera de los amigos. La era del jenga está aquí. A desempolvar la guitarra para las noches bohemias y bienvenidas las tardes de Texas Holdem casero.
- La sensibilidad se magnifica. Tener a deseo las cosas, hace que sean muy especiales cuando lleguen. ¿A qué sabe un Caramel machiatto después de esperar a beberlo varios días, una vez que nos reunamos con alguien especial para compartirlo? Lo aprenderemos. Muchos ya lo aprendimos.
- Seremos más verdes. Ahora sí, llegaron los tiempos en que el reciclaje no es algo deseable o simplemente "lindo", sino absolutamente necesario. Pensaremos en todas las cosas que tenemos y que hace años no usamos. ¿Cómo podemos sacarles provecho ahora? Si no nos sirven ya a nosotros, ¿Pueden servirle a alguien más?
- Seremos, también, más azules. Dentro de esta tendencia a cuidar más de nuestros recursos y nuestro planeta, atesoraremos el agua. Miraremos hacia el mar, los lagos, las presas que nos abastecen, nuestros drenajes, nuestras llaves y nuestras regaderas. Hoy tener agua es ser millonario.
- Redescubriremos la lectura. La forma de entretenimiento por excelencia desde el principio de los tiempos, gana terreno. Asignaremos más tiempo - ese que empleábamos en gastarnos el dinero en quién sabe qué -, en darnos un banquete de buenos libros. Dentro de esta propensión al reciclaje, regresaremos a nuestros abandonados libreros y a los de nuestros amigos.
- La solidaridad crece. En un entorno más hostil, lamentablemente más inclinado a la inseguridad, el sentimiento de cuidarnos todos aumenta. La crisis y la epidemia nos toca a todos, sin excepción. Estoy escribiendo esto pensando más bien en "nosotros", no tanto en "yo". Estoy seguro que muchos sentimos lo mismo, y eso es buenísimo.
- Hágalo Usted mismo. Este lo dejé al final poque es el más amplio. Y también el más chotedo, pero es cierto. Va desde lo trivial (Aprovecho para compartir esta receta de galletas que es barata y fácil y quedan deliciosas como las Zucky), hasta lo importante: El cambio lo hace uno mismo. Hay que buscarle, hay que chambearle - uno mismo -. La "vida mejor", hoy en día, hay que fabricársela. Y en eso estamos.

En suma, ¿Por qué quejarte por estos tiempos, cuando auténticamente puedes agradecer por ellos?
No se puede volar todo el tiempo. Hay momentos en que hay que ejercitar las alas, aprovechar para definir el destino antes de echar a volar. Este es uno de esos, y juro que cuando termine, volaremos más alto y más lejos. ¿O tú qué opinas?

Y si llegaste hasta acá abajo, muchas gracias por leer.