martes, 7 de marzo de 2006

De la extranjería...

“No me llames extranjero, por que haya nacido lejos, [...]ni pienses de dónde vengo, Mejor saber dónde vamos, adónde nos lleva el tiempo, [...] ¿Y me llamas extranjero porque me trajo un camino, porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares, y zarpé un día de otro puerto?..."
Sobre este tema, muchos eventos recientes me llevan a escribir. El más inmediato: la imagen de mi padre, un español de pura cepa, devorando unos tacos campechanos de carnitas y chicharrón con su cebollita, su cilantro y su salsita roja; disfrutando, saboreando y comentando las delicias de tal manjar con una pasión mexicanísima. El más repetido: la presencia de alguien que dijo el primer día que la conocí que no esperaba aportar nada a mi vida, que ha puesto en movimiento en mí el concepto de extranjería y que quizás ha aportado demasiado. Las palabras de Rafael Amor, aquí citadas, han revoloteado también a mi alrededor.
"Si siempre quedan iguales en el adiós los pañuelos, y las pupilas borrosas de los que dejamos lejos, los amigos que nos nombran, y son iguales los besos y el amor de la que sueña con el día del regreso".
Hace unos años, me acuerdo muy bien de observar a mi padre en Zaragoza, hablando con sus paisanos de mi edad y pensar que era un extranjero en su tierra. Los chavos zaragozanos hacían cara de no entiendo nada, y es que ya mi papá, después de treinta años, aún habla con acento español, pero con palabras mexicanas: a veces piensa cálidamente mesurado, atento y en diminutivo, como mexicano...
Creo que ya lo he escrito aquí alguna vez. Los amores rompen nacionalidades, razas, idiomas y diferencias.
No es de aquí el que no produce, y estéril se queda dormido. No es extranjero el que ama la tierra que pisa, el que transforma la piedra en arena con su trabajo. Y esta idea tan zapatista, tan mexicana, en mi vida se ilustra con la imagen de dos españoles.
En mejor momento de mi vida no pude haber empezado a trabajar con mi papá: mi admiración por él ha crecido y sigue creciendo al minuto, al verlo en su lugar de trabajo. Me da esperanza y orgullo saber que un hombre tan íntegro y honesto me engendró. El medio del turismo - como casi todos, supongo -, está plagado de corruptos. Llegar, y llegar honestamente, con la cabeza bien alta, sin deberle nada a nadie, como lo ha hecho mi padre es de aplaudirse.
A veces, cuando hablo con su equipo de trabajo siento que si se me hincha un poco más el pecho se me va a reventar de orgullo, y podría hablar mucho pero sé que a él no le gusta, que es hombre bueno en silencio, porque no hay por qué alardear. Solamente quiero describir su imagen de extranjero generando empleos, entendiendo que algunos de sus empleados tienen hijos y familia, ayudando, apoyando, y comprendiendo como nadie que conozca lo hace. Sembrando respeto y amor en tierra mexicana, todos los días, desde hace treinta años.
"No me llames extranjero, traemos el mismo grito, el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras, Antes que vinieran ellos, los que dividen y matan, los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños, Los que inventaron un día, esta palabra, extranjero..."
Esta semana he tenido el honor de trabajar con la Doctora Sonia Rodríguez Jimenez, cuyo nombre y título - serios y solemnes- , contrastan con una personalidad sencilla, amigable y burbujeante: mexicanísima. Sonia fue mi maestra de derecho el semestre pasado (tuve 9 en su materia y ya no tomo clases con ella, así que hoy ya no hay lugar a barba - o pelota, como dicen en Madrid, su tierra natal -). Desde ese entonces, he visto en ella a una mujer que señala las fallas del sistema jurídico mexicano, nunca con la arrogancia propia de un conquistador de hace siglos, sino más bien, con el amor de quien sabe que en alguno de sus oyentes está potencialmente el poder de reformar las leyes para mejorar a México en un futuro. Por supuesto, se ha encontrado con ese complejo mexicano que algunos tienen todavía, después de 500 años, contra los extranjeros. Ese sentimiento tan anticuado, generalmente gestado en mexicanos que muy probablemente no han aportado al país tanto como ella.
Muy afortunadamente para mí, soy cómplice de Sonia en un proyecto para tipificar legalmente el delito de tráfico en México, lo cual defiende los derechos de los niños mexicanos que de momento, y dada la inexistencia de ley al respecto, no podrían hacer nada si se vieran traficados. Y no lo hace por la gloria, ni se está ganado un peso: su generosidad nace de su compromiso con México.
"No me llames extranjero, mira a tu niño y el mío cómo corren de la mano hasta el final del sendero,[...] No me llames extranjero, mírame bien a los ojos, Mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo, Y verás que soy un hombre: no puedo ser extranjero. “
Y así, para mí también, la extranjería es un concepto muy pero muy viejo, y muy poco útil. Porque tengo en mi vida dos presencias muy afortunadas: dos paisanos que, sin importar dónde hayan nacido, trabajan todos los días para transformar a este país en un lugar mejor, traen bien puesta la camiseta y, aunque de repente zezean, se han ganado a pulso esta tierra y esta sangre: son más mexicanos que el nopal.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Debo confesar que cada vez me hecho más adicta a tu página, y en sí a tus escritos. Me encanta la manera en que proyectas tus sentimientos y te juro siento q vivo cada historia que leo. Thanks for sharing.

JC dijo...

Anónima:
No tienes idea cómo agradezco tu comentario, la palabra adicción es una de las más importantes en mi lista. Nada "me gusta", así, planamente: más bien me vuelvo adicto a cosas que me apasionan (aunque sea temporalmente, pero me vuelvo adicto). Que utilices esa palabra para referirte a algo que yo escribo de verdad me llena. Me muero por saber tu identidad.

Anónimo dijo...

La curiosidad mató al gato Jesusito

JC dijo...

OK, por seguridad no pregunto más, ya se sabe que tengo alma de gato...

Anónimo dijo...

No sé quién haya puesto el famoso refrán, pero no fui yo, sin embargo, coincido. Ya me conoces, aunque sólo de algunas contadas ocasiones. Me caes excelente, es más, "best ever". Cuídate mucho.

JC dijo...

Así que no sólo hay una sino dos anónimas....uffffff bueno, gracias a las dos...quienquiera que sean

Carolina Ampudia dijo...

hola jesus,
otra vez yo, y otra vez admirada con la maravilla de tus escritos.

Justo cuando creo que ya no me pueden gustar mas, me sorpendo otra vez.

Con este ultimo en particular, me siento muy identificada, la admiracion que tengo por papa es muy grande, pero nunca me he atrevido a ponerlo en palabras, quiza deberia, ademas asi con eso le doy una desempolvada a mi blog, que lo tengo ya muy abandonado.

Acerca de la extrangeria, fijate que comparto ese sentimiento, sobre todo cuando me veo como latina, veo las mismas necesidades en mi gente, la misma mirada, que en la gente de mexico, en amigos de sudamerica o de centroamerica...
y no espero el dia, en que nos trasformemos en una mayoria, los ciudadanos del mundo, empecemos a corregir errores y a labrar caminos nuevos.

Un abrazo grande!
tu paisana ecuatoriana-latinoampericana,

Carolina