miércoles, 15 de marzo de 2006

De la inmediatez del arte

Hoy la vida me puso el más sonoro de los despertadores. Me dí cuenta que tardé bien poco en dormirme demasiado profundo. Me acordé de por qué alguna vez me salí del ITAM, de por qué veía tan lejos mi manera de ayudar a mi país estudiando, o trabajando en un puesto público.
Tuve la fortuna de llegar puntual por una vez en la vida a ver el documental De Nadie. Desde ya parece imprescindible recomedarlo para que lo vea la mayor cantidad de gente posible. Lejísimos de cifras y tecnicismos, y muy cerca de personas y sentimientos, la película te sube al tren de los inmigrantes centroamericanos que quieren llegar a Estados Unidos. Que dejaron a los suyos atrás, y que se fueron dejando ellos mismos en el camino en nombre de los que los esperan en sus tierras. Y así, se enfrentan a las maras, a la policía mexicana, al hambre, la tortura, las violaciones... Interesante y hermoso ver cómo hay mexicanos que se organizan para darles comida y asilo. Conocí a María, la historia central de la película, casi ya termina el día y no dejo de pensar en ella. No se enjuaga de mí su cara morena profunda de madre fuerte, a veces brillante, captada por una cámara que parece no existir. Después de tantas teorías vistas en clase, la problemática de la migración tiene para mí una cara, una historia que me duele y me afecta. Me mueve a buscar hacer algo. A gritar para que se sepa lo que vive ella y miles de inmigrantes. Al principio creí que traía algún sentimiento atorado y lo sacaba a través de la película, pero no, muchos chillaron como yo. Nos pegó. Nos sacudió. Nos revolvió.
Y así, Tin Dirdamal, el director de la película, que tiene mi misma edad y fue el depositario de la confianza de un sacerdote defensor de los migrantes que financió su documental, se convierte en una especie de señal que se cruzó por mi vida justo cuando ya casi estaba corrompido por el sistema laboral. Sí, es verdad que puedo ayudar a la gente desde algún puesto convencional de Relaciones Internacionales. Pero para que mi iniciativa pase, si pasa limpia y no se contamina en el camino, ha de recorrer cámaras, burocracias, vistos buenos, intereses que la deforman, tiempos de espera interminables.
Pero Dirdamal se saltó todas las formalidades que tanto detestamos muchos: se movió para que en tiempos donde nadie escucha a nadie, su documental se exhibiera y llegara hoy hasta el ITAM, así, gratis, abierto a todos. Y logró dejarnos un mensaje relevante en un tiempo de espera récord, una burocracia nula: prácticamente ni siquiera fue el intermediario entre María Ponce y yo. Los inmigrantes me contaron, casi al oído su historia, en una inmediatez que ninguna política pública, por muy bien formulada que esté, podrá jamás alcanzar. Más aún, le regaló a México un premio en el último festival de Sundance, de paso atacando ferozmente la ignoracia gringa sobre el tema. Cuando me contaron que estaría hoy un ganador de Sundance, me esperaba un tipo calvo de lentes de pasta y saco de cuero negro. Pero no, era un tipo normal, como yo. Nada de fastuosidad, más bien tranquilidad, a lo mejor satisfacción disimulada por haber logrado algo tan alto independientemente de los premios. Me identifiqué de alguna manera.
Me entró nostalgia por mis días más artísticos, coraje por las ideas que conscientemente maté, esperanza y mucha admiración por conocer y hablar con alguien que sí pudo. Gusto de haber encontrado lo que a mi parecer es la manera más efectiva de embestir y gritar contra los problemas y conscientizar: utilizar el arte para humanizar las cifras, para clavar las uñas en todos los corazones y forzarlos a voltear hacia donde nadie ve y hace falta ayuda. Encontré la fórmula, la ví materializada exitosamente en alguien más, y la encontré muy a tiempo. Son pues, los artistas y su arte, con su poder e inmediatez, lo que hace falta hoy, que no los economistas con sus teorías abstractas ni los políticos con sus propuestas lejanas.
Sin dejar lo ya empezado, después de hoy vuelvo a hacerle caso a mi guitarra y a mis cuadernos. Digan lo que digan, mi ayuda y aportación a México, está en perseguir obras como De nadie.
Y me siento bien por compartir, por volver a decir que hay que buscar y ver el documental, por reproducir lo que oí hoy: que una madre con tres hijas que encontró Tin Dirdamal cuando iban hacia el gabacho habían sido violadas siete veces, y aunque sabían que las seguirían violando en el camino continuaban, por llegar a la tierra prometida valía la pena seguir. ¿Qué clase de vida tiene nuestra gente en América?
Pero no puedo dejar de acordarme de María. De desear que si sigue viva, esté bien.

4 comentarios:

Nessa Yávëtil dijo...

¡Yo quería verla! ¡Diablos! Tenía examen a las 5 pm y estaba estudiando... De cualquier forma, tu escrito me motiva más a querer verla. En fin...
Ojalá todos pensáramos en la forma de cambiar las cosas, de impactar positivamente, de trascender y no sólo como tu dices "de encajar en el sistema" Es bueno que haya cosas así en el ITAM y ¡vaya que si el arte impacta a las personas!... a las que lo ven y lo sienten.

Nessa Yávëtil dijo...

P.D. ¿por qué no hacemos arte? Yo creo que es por miedo de no hacer algo "suficientemente bueno". Al menos a mí me pasa eso: No pinto frecuentemente porque no sé bien cómo pintar lo que quiero pintar y no quiero pintar cualquier porquería. No escribo frecuentemente porque además de que no tengo tiempo (:S), no sé si saldrá algo muy chafa "porque no sé cómo ponerlo" y así con todas las formas de arte. Pero es cierto: sólo se necesitan unos óleos y un lienzo, madera, papel ilustración o cualquier cosa... en su defecto unas crayolas... un papel y una pluma, un procesador de textos... y áun así no lo hacemos, al menos yo... y no llega a nadie... y todos seguimos indiferentes.
P.D. 2: El niño que estaba hoy conmigo que dijo "soy itamita" es un amigo que también tiene su blog: itamita.blogspot.com para que te des una vuelta. ;)...
P.D.3 ¡Ánimo con el último semestre! ya es menos... ¡¡¡dichoso tu!!!

JC dijo...

Bueno, estás invitada a la próxima reunión bohemia de los cineastas/escritores/músicos wannabe's, son noches enteras de buscar una definición efectiva de arte, y hasta ahora no hay una que nos guste a todos...A mí me gusta quedarme con la concepción de que está en el que aprecia determinar si la obra es artística o no...
Así, según esta concepción, lo que tú haces es muy buen arte. Porque lo digo yo ;)
(Hay blogs o escritos excelentes, pero tienen un approach más periodístico, o académico si quieres, buscan más comunicar que expresar - que creo, no es lo mismo -).

Ahora bien, que deberíamos hacer esto todos los días de nuestra vida, experimentar, y arriesgarse a crear más y mejor - y que además, libre de modestia, el mundo nos necesita así -, DEBERÍAMOS.

Anónimo dijo...

Tal vez sea algo tarde, no se si lo leeras.... Por cuestiones extrañas me encuentro hoy con tu escrito de DeNADIE. Soy parte de la gente que trabajo con Tin en el docu.

Solo quiero decirte que me da un gusto enorme saber que este documental significo todo esto para ti...

Ya valio la pena.

No dejes la guitarra...., cierto, hay que ganarse la vida, pero no hay que guardar las ideas en el cajon.