domingo, 22 de abril de 2007

De la sucesión cíclica

"...and when I'm drunk I dance like my dad: I sarted to dress a bit like him..."
Robbie Williams, Strong, I've been expecting you, 1998.
Poco a poco se va entendiendo la vida. Por ejemplo se aprende que a veces, un orgasmo frustrado puede conllevar mucho aprendizaje. Me explico: desperdicié la única oportunidad que he tenido en mi existencia de experimentar con una mujer madura por comprender cómo sienten los padres. Hoy me acordé mucho de eso. Arruiné lo que según yo hubiera sido una buena noche de experimentación en mi departamento de Berlín porque durante el coqueteo descarado salió a la plática su hija de 17 años y la conversación sobre las vocaciones enfrió los deseos.
Ella, al parecer una excelente abogada - todavía de muy buen ver - en su país natal, aún en plena facultad profesional, sentía como gran golpe que su hija quisiera estudiar medicina. No sé por qué luché tanto a favor de que cada quien elija la carrera que quiera en nombre de la diecisieteañera: quizás porque me recordó mucho a mi amiga Vicha (hija de una de las mejores oftalmólogas de México que cambió tres veces de carrera), o a mi amigo Víctor Montaño (hijo de abogados, que acabó politólogo), o a mí mismo.
Pero a través de sus nada despreciables labios entendí perfecto la postura de aquéllos seres humanos que, justo como mi padre y mi madre, nunca aspiraron a escribir libros o canciones, ni pintar cuadros, ni inventar aparatos, ni matar gente: los que instintivamente escogieron a sus hijos como su opción para potencialemte trascender. Para continuar lo que ellos empezaron con esfuerzos. Para seguir vivos en los herederos y consumar a través de las manos de sus descendientes victorias que por tiempo y espacio no hubieran podido alcanzar pero son suyas.
Esta mujer era una de esas que iniciaron con pocas probabilidades, y a lo largo de su vida las fue superando y llegó muchísimo más lejos de lo que se hubiera podido predecir, pero no logrará en su tiempo de vida la escalada hasta la cima. Y quién mejor que un hijo sucesor para cubrirse de gloria, para aprovechar y terminar el camino andado, para llegar a la meta, para no echar a perder los sacrificios, para cosechar los frutos de lo que los padres no podrán recoger pero sembraron, para alcanzar el sueño. Me parece perfectamente natural, humano, instintivo. Justo entonces entendí a mi padre, y a la mamá de vicha, y a los papás de Víctor.
Siempre que acompaño a los amigos del trabajo a comprar lotería - en esta misma avenida de Reforma, escenario de mi vida - paso cerca del restaurante donde un día mi papá me dijo que no creía en mi arte, y que aunque no me pareciera iba a hacer de mí un "ejecutivo de alto nivel". Desde entonces el término se volvió clásico en mi vida para designar todo lo que no quería, y ahí mismo me juré a mi mismo nunca permitirle convertirme en algo así, me prometí darle por su lado al mundo y tarde o temprano lograr ser lo que me diera la gana.

Hoy soy un sueño que yo no soñé. Estoy bien, todo bien, todo perfecto a pesar de nunca haber pensado que acabaría así, profesionalmente hablando. Al parecer soy alguien que continúa andando el camino de quien después de llegar a su tope y colmo de posibilidades en la vida pasa la estafeta a alguien de su sangre. Soy mi padre.
Nunca como ahora, que ya soy algo parecido a un ejecutivo de alto nivel - corbata, oficina, sueldo y tarjetas de presentación -, lo he sentido más orgulloso de mí. Me parezco a su ideal del yo: muy trajeadito, muy serio, muy chambeador, muchos idiomas, muy businessguy. Y me alegro. Cada pequeño triunfo o duda laboral mi primer reacción inmediata es llamarlo, comunicárselo. Quizás porque intuyo que para él es como una victoria propia. Soy de alguna manera su continuación, cada día me lo noto: voy pareciéndome más y más a él.


Pensando en eso, de repente se me antoja mucho tener un hijo y hacer lo propio.
Sentarme un día con él en un restaurante y comunicarle que voy a hacer de él un artista de alto nivel. Meterlo a clases de guitarra, de canto, de piano, de solfeo, de natación. Exigirle lecturas de libros, llevarlo a museos, llevarlo a audiciones, castings, agencias. Pelear por colocarlo en el cine, en la tele, en las compañías discográficas.

Pero otra de las grandes cosas que se aprende al entender la vida, es que seguramente mi hijo será cuadrado, serio, conservador, clásico. La sucesión no funciona al 100% porque cíclicamente existen personalidades, y esas no pueden moldearse a placer.
Seguramente, si tengo un hijo, me saldrá exactamente igual a mi padre.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero quizás tu nieto salga igualito a ti,con don de palabra que logre inspirar a los demás. Qué suave ¿no?
Me gusta mucho leerte!
*M*

Anónimo dijo...

Je, amé este post de principio a fin!!!

Me identifiqué por completo!!! (Excepto claro por el posible affair con una mujer mayor en Berlín, jajaja!)

A mi me pasa igualito! Cada pequeño triunfo o duda laboral se la comunico a mi papá antes q a nadie! Y yo me siento un sueño que nunca soñé; pero sé q él se muere d orgullo y satisfacción, y debo confesar q a mi también me emociona y me hace muy feliz ser su continuación ...

Y seguro tu hijo será un romántico empederñido q creerá ciegamente en las maripositas y en el amor! jajaja!

Anónimo dijo...

sí, suele pasar.

El abueleo es común.

Pero, una vez más, quién se parecería más a tu papá... tu hijo cuadrado, o su papá que querría que su hijo fuera todo lo que él no pudo ser?

Enrique R dijo...

Yo estoy seguro de que mi papá y yo somos tan diferentes, que si nos hubiéramos conocido de niños, él hubiera sido el típico OGT que me hubiera hecho maldades en la primaria..... Ja! y aún así lo quiero--

Señor, su mensaje de HI5 no me llegó. ¿Está seguro de haberlo enviado correctamente?

Saludos

Nessa Yávëtil dijo...

Seguro tu hijo no será lo que has planeado que sea (yo pienso comprarle muchos libros de esos de arte para niños que me encantan y muchas novelas infantiles que no leí en mi infancia... y seguro me odiará), pero muy seguramente te sentirás muy, muy orgulloso de cada uno de sus logros.

Penelope... dijo...

Moraleja:
Tooooodo vuelve y se repite. Aún después de habernos pasado años jurando y rejurando que uno sería el que marque el corte en la cadena.
Buscando romperla me convertí en un eslabón más, y es como decís vos, extrañamente uno empieza a sentirse a gusto en ese rol, a comprender el porqué de los padres, y a temer las rebeldías de los hijos.
Jaja!
Iba a decir que me hiciste sentir identificada. Después leí los comentarios. Y claro...
Besos Jesús!
Pé.