miércoles, 12 de mayo de 2010

De las cosas que mueren

Quien diga que puede superar la ausencia de todo lo que muere, que deje un comentario al final y nos explique al resto de la humanidad cómo se hace. Que le digan al religioso que no llore ante la tumba de sus seres queridos, a ver si puede. Mis desconfianzas totales para quien pueda.
Mis desconfianzas totales para quien no extrañe, para quien no note el hueco eternamente vacío e imposible de rellenar que ha dejado todo lo que se fue, para quien no deteste a la maldita ausencia mordiéndole con todo su poder.
Con la modestia de ya no ser lo que se alaba, hoy lamento la muerte de mí mismo hace unos años. Sigo creyendo inconscientemente que soy él: tan despreocupado, tan excepcional. Mi autoimagen sigue siendo la suya aunque él se haya extinguido junto con el mundo perfecto en el que vivía. Quizá lo que muere son los mundos. Qué lejanos los universos y los tiempos en los que no había que demostrar éxito, ni desquitar las colegiaturas invertidas en uno, ni lamentar pérdidas humanas o materiales, ni traer cartera con tarjetas, ni leer los periódicos o pagar impuestos.
Nuestra tragedia está en que los mundos y las personas que mueren (aunque seamos nosotros mismos los muertos), en realidad no regresan nunca. La ilusión del retorno es justamente eso. He intentado tantas maniobras de resucitación de mi yo antiguo como han sido posibles sin éxito.
Hoy que he perdido muchas más cosas que mi yo lo entiendo: este es el único mundo que tengo, y aunque siempre honraré y añoraré lo que murió, no queda otra más que encontrarle sentido al presente antes de que - a su vez - muera, y empecemos a llorar su pérdida.

4 comentarios:

Julene Iriarte Iturbide dijo...

que buena entrada chucho, que nostalgia!

marmx dijo...

Manto,

La vida es lo que es segundo a segundo. Y en realidad me gustaría pensar que esos mundos no mueren, puesto que el que somos en tiempo presente proviene de la suma de aquellos que fuimos, y sin creer en la transmutación de los cuerpos se apilan uno sobre el otro, conformando una escultura valiosa, bella y completa.

Palmo a palmo,

Un abrazo grande,
M

la mis dijo...

no, no puedo explicar... y ahora menos.

El propio Tomás dijo...

Justo el fin de semana pensaba en un viaje que recién hice, y eso me remitió a otros. Y bueno, se me erizaba la piel de pensar en esos momentos que pese al intento de revivirlos ya no estaban conmigo. Lo mismo sucede con las personas; y bueno, por eso nos gustan tanto las fotografías. Podemos decir que son recuerdos, pero sólo son sus detonantes.