- Alanis Morrissette
Ya nos dijo Aristóteles hace miles de años que el hombre es un animal social. Supongo que para todos el salir a la calle y sentirse en compañía de otros es en mayor o menor medida una salvaje colisión de fuerzas, ideas y sentimientos.
Tras un magnífico consejo (de Tom Ford, por cierto) que leí en alguna revista, me he convertido en un experto en la creación de microcosmos perfectos en los que estoy a la cabeza. Sé cómo educar mis entornos para que al cabo del tiempo haya relaciones y posiciones en las que siempre salga favorecido. Quizá por eso sea un tipo hogareño, amante de su trabajo, y ante todo adaptable...
Cada vez que salgo de mi burbuja - y eso ahora afortunadamente ocurre muy seguido -, todo lo que siento me es más excitante que abrumador.
Hoy tuve el gran privilegio de estar presente en un ensayo de Anima Inc. Y me sentí gordo. Sentí que no sé aprovechar mi cuerpo ni lo flexibilizo al máximo. Ante tanta belleza, me sentí feo.
No me malinterpreten, no me estoy tirando al suelo para que me levanten. Debo confesar que sí me siento un tipo pasaderito, en casi todo. Tampoco es que eso me encante, opino que la gente gris sólo sirve para que los negros y los blancos se vean más negros y más blancos. Quiero decir que al margen de mis oscilaciones atávicas, en las que a veces me siento el ser más repugnante (qué emo) y a veces la última cerveza del estadio, creo que ahí la llevo.
Aún así, cuando hablo con algunos amigos que son como muy cultos-intelectuales-ñoños, no puedo evitar sentir que me faltan dos billones de libros por leer para alcanzarlos. Cuando me entero de algunos sueldos que se cargan un par de conocidos, siento que no he sabido moverme en la vida lo suficientemente rápido o certero como para cambiar de coche. Cuando miro los grandes ejemplos de servicio al prójimo, me siento un fresoide indigno de su vida, superficial asqueroso, incapaz de ver más allá de sus narices. Qué decir de la gente físicamente bella, sean hombres o mujeres: como que por distintos motivos empiezo a sentirme demasiado la panza, me dan ganas de salirme a no comer nunca más y correr 300 kilómetros aunque me busque una lesión en las rodillas, no sé.
Al mismo tiempo, estoy como embriagado por seguir conociendo más y más personas y situaciones ante las que yo ni reino ni gobierno. Porque cada noche que tomo mi curso para creativos, después de sentirme el más unsexy del salón, no dejo de abrir la boca ante la capacidad y maravilla que se cargan todos los que están junto a mí. Y eso es muy muy MUY inspirador. Me dan ganas de ser parte de ese mundo.
El contraste que nace de convivir con personas excepcionales lleva, después de un deseable pero tortuoso sentimiento de So Unsexy, a la búsqueda de un estado personal en el que se necesita tener lo que haya que tener para por lo menos ser digno de estar frente a frente a ellos. En eso estoy trabajando.
*Así que, aunque le haya comprado llantas nuevas, mi nueva próxima meta es cambiar de coche.
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Tras un magnífico consejo (de Tom Ford, por cierto) que leí en alguna revista, me he convertido en un experto en la creación de microcosmos perfectos en los que estoy a la cabeza. Sé cómo educar mis entornos para que al cabo del tiempo haya relaciones y posiciones en las que siempre salga favorecido. Quizá por eso sea un tipo hogareño, amante de su trabajo, y ante todo adaptable...
Cada vez que salgo de mi burbuja - y eso ahora afortunadamente ocurre muy seguido -, todo lo que siento me es más excitante que abrumador.
Hoy tuve el gran privilegio de estar presente en un ensayo de Anima Inc. Y me sentí gordo. Sentí que no sé aprovechar mi cuerpo ni lo flexibilizo al máximo. Ante tanta belleza, me sentí feo.
No me malinterpreten, no me estoy tirando al suelo para que me levanten. Debo confesar que sí me siento un tipo pasaderito, en casi todo. Tampoco es que eso me encante, opino que la gente gris sólo sirve para que los negros y los blancos se vean más negros y más blancos. Quiero decir que al margen de mis oscilaciones atávicas, en las que a veces me siento el ser más repugnante (qué emo) y a veces la última cerveza del estadio, creo que ahí la llevo.
Aún así, cuando hablo con algunos amigos que son como muy cultos-intelectuales-ñoños, no puedo evitar sentir que me faltan dos billones de libros por leer para alcanzarlos. Cuando me entero de algunos sueldos que se cargan un par de conocidos, siento que no he sabido moverme en la vida lo suficientemente rápido o certero como para cambiar de coche. Cuando miro los grandes ejemplos de servicio al prójimo, me siento un fresoide indigno de su vida, superficial asqueroso, incapaz de ver más allá de sus narices. Qué decir de la gente físicamente bella, sean hombres o mujeres: como que por distintos motivos empiezo a sentirme demasiado la panza, me dan ganas de salirme a no comer nunca más y correr 300 kilómetros aunque me busque una lesión en las rodillas, no sé.
Al mismo tiempo, estoy como embriagado por seguir conociendo más y más personas y situaciones ante las que yo ni reino ni gobierno. Porque cada noche que tomo mi curso para creativos, después de sentirme el más unsexy del salón, no dejo de abrir la boca ante la capacidad y maravilla que se cargan todos los que están junto a mí. Y eso es muy muy MUY inspirador. Me dan ganas de ser parte de ese mundo.
El contraste que nace de convivir con personas excepcionales lleva, después de un deseable pero tortuoso sentimiento de So Unsexy, a la búsqueda de un estado personal en el que se necesita tener lo que haya que tener para por lo menos ser digno de estar frente a frente a ellos. En eso estoy trabajando.
*Así que, aunque le haya comprado llantas nuevas, mi nueva próxima meta es cambiar de coche.
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1 comentario:
Me encanta verme reflejada en las palabras de otros, más me gusta saber que nos soy la única que se siente así... pero desde yo estoy parada puedo decirte que eres maravilloso, eres guapo e inteligente. Eres sexy, de verdad, ¿sabes por qué? porque es sexy quien teniendo todo para no querer más, tú quieres más, buscas más y aspiras a más...
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