Ayer por fin regresé a mi universidad a investigar.
El trabajo cada día me deja menos tiempo y mis horas de sueño disminuyen conforme avanza el calendario. Me dí cuenta que si me esperaba a que bajara mi carga de chamba para ir, igual llegaba el 2017.
Y no, no me reconocí entre las paredes de la biblioteca. De allí no soy. Ya no. Mi trabajo me ha costado que escriban Director antes de mi nombre, en todas mis gestiones laborales actuales. La semana pasada me encontré por primera vez en la vida un par de arrugas junto a los ojos, y la verdá es que me sientan muy bien.
Tengo la enorme fortuna de no tener que vestirme de uniforme para trabajar, así que - no sé si la mente me haya jugado una mala pasada o no - me sentí perfectamente camuflado dentro del paisaje estudiantil. Con el perfil más bajo que se le ha conocido a un ejecutivo graduado, entré con mi corte hippie mal peinado y mi barba de 125 días y mi playera pandrosona y mis jeans ahí dos tres mugrosos, y naaaadie me vio con cara de qué hace este abuelo aquí. Y me sentí bieeen chido.
Esta vez ni tuve tiempo de enamorarme de la esencia universitaria ni de añorar nada, el tiempo apremiaba y había que escudriñar tantas bases de datos como fuera posible. Nostalgia: cero.
Resulta pues que el tema sobre el que quiero escribir para mi máster ha sido tratado por decenas de investigadores alrededor del mundo, así que voy a tener que sacar la casta y buscar ofrecer un enfoque nuevo, un twist, algo actual…Y pa’ eso tengo que encontrar y leer muuuucho.
Justo estaba pensando que no importa lo que pase, uno nunca es lo suficientemente culto o documentado, y el creerse muy chido está de la cachetada, cuando oigo los gritos de un tipejo. En la bi blio te ca (!!!). El ñoño que llevo dentro se resquebrajó condenando al desgraciado aniquilador del silencio que se ha de guardar siempre en toda biblio. Vamos, que a mi toser me daba pena.
Aparte de todo, era un pinche ruco quedándose calvo como de…’say...35 años… Seguro el pobre diablo estaba ahí - con su trajecito, su corbata y su calvicie inminente - para lo mismo que yo, para estudios de posgrado. Los de licenciatura no se ven tan acabados ni se comportan como malcogidos. Con total desaprobación escuché cómo le decía de mala manera al profesor que ayuda a que busques en las bases de datos "y no me tutee". Me encabroné.
Me pregunté en qué momento malinterpretamos uno de los aspectos más hermosos del español: el Usted y el tú. Pensé que yo quiero que todos me tuteen. No se me ocurrió situación alguna en el que sentiría que alguien es insolente por dirigirse a mí de tú. Ya sé que es muy pronto, pero ni cuando me convierta en jefe de jefes de jefeses querré.
Entonces el profesor, tranquilo, acompañó al ruco alumno a una computadora justo frente a mí. Aproveché para volver a dedicarle mi peor mirada posible. Y entonces, ante toda clase de insolecias, el prof no perdió la elegancia y se mostró tranquilo, le explicó dónde podía buscar, le presentó muchas bases de datos. Aplausos para él.
Al salir, siendo una sombra desapercibidísima, le pregunté al mismo profesor que desde cuándo estaba disponible una base de datos que me había servido mucho. Uuuuuuh. Desde que estoy yo aquí. Hace dos años que me gradué. Uuuuh sí, yo llevo aquí 15 años.
La admiración que me nació ahuyentó al coraje, me alegré de que alguien tan sabio y sereno me permitiera tutearle.
Qué rico es poder hablarle a los chidos de tú: de igual a igual, con respeto, como quienes exigen el Usted nunca van a alcanzar a entender.
El trabajo cada día me deja menos tiempo y mis horas de sueño disminuyen conforme avanza el calendario. Me dí cuenta que si me esperaba a que bajara mi carga de chamba para ir, igual llegaba el 2017.
Y no, no me reconocí entre las paredes de la biblioteca. De allí no soy. Ya no. Mi trabajo me ha costado que escriban Director antes de mi nombre, en todas mis gestiones laborales actuales. La semana pasada me encontré por primera vez en la vida un par de arrugas junto a los ojos, y la verdá es que me sientan muy bien.
Tengo la enorme fortuna de no tener que vestirme de uniforme para trabajar, así que - no sé si la mente me haya jugado una mala pasada o no - me sentí perfectamente camuflado dentro del paisaje estudiantil. Con el perfil más bajo que se le ha conocido a un ejecutivo graduado, entré con mi corte hippie mal peinado y mi barba de 125 días y mi playera pandrosona y mis jeans ahí dos tres mugrosos, y naaaadie me vio con cara de qué hace este abuelo aquí. Y me sentí bieeen chido.
Esta vez ni tuve tiempo de enamorarme de la esencia universitaria ni de añorar nada, el tiempo apremiaba y había que escudriñar tantas bases de datos como fuera posible. Nostalgia: cero.
Resulta pues que el tema sobre el que quiero escribir para mi máster ha sido tratado por decenas de investigadores alrededor del mundo, así que voy a tener que sacar la casta y buscar ofrecer un enfoque nuevo, un twist, algo actual…Y pa’ eso tengo que encontrar y leer muuuucho.
Justo estaba pensando que no importa lo que pase, uno nunca es lo suficientemente culto o documentado, y el creerse muy chido está de la cachetada, cuando oigo los gritos de un tipejo. En la bi blio te ca (!!!). El ñoño que llevo dentro se resquebrajó condenando al desgraciado aniquilador del silencio que se ha de guardar siempre en toda biblio. Vamos, que a mi toser me daba pena.
Aparte de todo, era un pinche ruco quedándose calvo como de…’say...35 años… Seguro el pobre diablo estaba ahí - con su trajecito, su corbata y su calvicie inminente - para lo mismo que yo, para estudios de posgrado. Los de licenciatura no se ven tan acabados ni se comportan como malcogidos. Con total desaprobación escuché cómo le decía de mala manera al profesor que ayuda a que busques en las bases de datos "y no me tutee". Me encabroné.
Me pregunté en qué momento malinterpretamos uno de los aspectos más hermosos del español: el Usted y el tú. Pensé que yo quiero que todos me tuteen. No se me ocurrió situación alguna en el que sentiría que alguien es insolente por dirigirse a mí de tú. Ya sé que es muy pronto, pero ni cuando me convierta en jefe de jefes de jefeses querré.
Entonces el profesor, tranquilo, acompañó al ruco alumno a una computadora justo frente a mí. Aproveché para volver a dedicarle mi peor mirada posible. Y entonces, ante toda clase de insolecias, el prof no perdió la elegancia y se mostró tranquilo, le explicó dónde podía buscar, le presentó muchas bases de datos. Aplausos para él.
Al salir, siendo una sombra desapercibidísima, le pregunté al mismo profesor que desde cuándo estaba disponible una base de datos que me había servido mucho. Uuuuuuh. Desde que estoy yo aquí. Hace dos años que me gradué. Uuuuh sí, yo llevo aquí 15 años.
La admiración que me nació ahuyentó al coraje, me alegré de que alguien tan sabio y sereno me permitiera tutearle.
Qué rico es poder hablarle a los chidos de tú: de igual a igual, con respeto, como quienes exigen el Usted nunca van a alcanzar a entender.
2 comentarios:
Creo que tienes razón. El habla de tú, de entrada, es más clara porque es única, no se confunde con la tercera persona.
Peeeeeero...
No sé, me llama la atención la forma en la que lo usan en Colombia, por ejemplo, o en el portugués brasileño donde también hay las mismas conjugaciones verbales. En estos casos, el habla de "usted" es casi permanente. Se le dice "usted" incluso a los familiares y a los mejores amigos. Hablar de "usted" allá no marca ni jerarquías, ni el falso respeto de la gente que se refiere a gente de clases socioeconómicas más bajas que la propia con el habla de "usted" como pa dárselas de muy elegantito o de innecesaria condescendencia.
Pero en esos mismos países, el "tú" no desaparece y se emplea en situaciones muy especiales como exclusivamente con la pareja o en algún momento muy íntimo de amistad. Siento que el habla de estos países ha conseguido la forma de reservar todo un tiempo verbal para lo más profundo del alma humana y eso está MUY chido.
Desde luego que en el contexto mexicano y con la forma de hablar aquí, el "usted" se ha convertido en una forma de trato aristocrático que es muy reprobable. Y, en cualquier tipo, a gente como al del "no me tutee," sólo demuestra que no somos una especie tan evolucionada como creíamos.
Yo también le hubiera echado la peor de las miradas, segurísimo...
Y yo sí sigo sintiendo cierta nostalgia cuando me paro por la biblio.
¡Saludos!
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