Déjenme ponerme un poquillo ceremonioso pa' contarles esta.
Esta es la historia de la distancia (física o metafísica) entre un hombre y una mujer. Adornada por un puente en forma de orquídea, ocurre más bien en Berlín pero empieza mucho antes en la Ciudad de México o quizás en Londres, y al parecer termina mucho después probablemente en esas mismas ciudades. Esta es una de mis mejores historias, y para ser contada necesita que hable sobre la protagonista, que ya antes de conocerme me acompañaba porque leía este blog. Aquí nació todo.
Me enteré de su existencia a mis 24 años, una tarde de otoño en la sala de las compus del GLS Sprachzentrum en Berlín, donde estudiaba y quesque escribía mi primer novela, que ahora ya no me gusta. Si mis cálculos no me fallan, escribiré una segunda cuyo encanto caducará al tiempo, y no será hasta la tercera ("la vencida") que esté satisfecho. De todas formas es posible que las historias que entonces relate no sean tan poderosas como esta, simplemente porque esta sí ocurrió y continúa ocurriendo. Dejen le sigo...
Intercambiamos un par de e-mails muy a la manera de dos personas que se conocen por internet: fantasías cargadas de halagos especiales (de ésos deliciosos que nutren el espíritu ególatra de cualquier wannabe artista) y claro, llenos de idealización.
Un día antes de mi cumpleaños ella ofreció enviarme un regalo que de entrada no acepté.
La curiosidad eventualmente mató al gato, y una tarde acabé cruzando el Tiergarten hasta la Klingelhöferstrasse para tomar un café en la embajada de México con un diplomático muy diplomático que sacó una caja de cartón larga, y un sobre con mi nombre.
Dentro había una orquídea viva, blanca; de parte de una mexicana misteriosa y desconocida que leía mi blog. La única vez en mi vida que alguien me había regalado una flor. Caminé despacio desde la salida del U-Bahn hasta mi depa, donde al llegar dos suizos medio malintencionados me preguntaron qué coño hacía un tipo de mi edad con una flor de ese tamaño. "Scrivo un Blog, un sacco di gente mi legge, comme ho fatto gli anni una delle mie fanatiche mi ha mandato questa orchidea dal Messico", contesté sonriendo. Ah verdaad, tómenla perros. "Cierren la boca pendejos", pensé en silencio al subir.
La carta citaba un poema sobre una orquídea, y ella me felicitaba por cumplir 25 y me decía que así estaría acompañado mientras terminaba de escribir. Y sí. Esa orquídea estuvo conmigo mientras escribía hasta las tantas, me vio llegar borracho de noche, despacio para no despertar al roomie, estuvo allí escuchando cómo canto fuerte con los audífonos puestos. Entre otras muchas cosas. La referencia que hasta la fecha uso para ella es precisamente esa: la de la orquídea.
Un buen día regresé a México, más gordo que nunca y con 25 años. Y la conocí en vivo. Confirmé - entre otras cosas - que podíamos hablar sin sentirnos incómodos, que ella era demasiado fan de Gael García Bernal (otro personaje de esta historia), que le gustaron mucho las bombas de chocolate de Los Danzantes, y que la de la orquídea acabaría siendo una gran historia que habría de contar (aquí mismo claro).
Ella ha dado mucho. Tengo una bufanda y un libro de Kundera, casi al llegar recibí su primer reenvío de un puesto de trabajo, hecho que se ha repetido una y otra vez hasta la fecha. Creo que ella dado más: esta historia tiene sus momentos oscuros en los que me he desaparecido. Al contarla, nunca falta ni faltará quien - por tener la desgracia de no haber nunca vivido algo igual -, me recomiende que desconfíe de ella, que es una locura enviar una flor a un bloggero desconocido al otro lado del Atlántico, que no hay que fiarse...
Pero está difícil. La estela que dejó la orquídea ha durado mucho: De repente volteo y no sé cómo, ella es hoy una amiga entrañable. Se convirtió en compañera de cenas en las que la buena conversación rivalizó con la buena mesa y ganó. Me ha presentado a amigos extraordinarios, ha estado ahí siempre desde entonces: en una ventana de messenger, detrás de una buena pizza o un buen café, en Coyoacán, por teléfono, o junto a mí en los cines.
Ya hasta nos fuimos de viaje y hubo un par de focos rojos, porque nos conocimos más. Creo que dentro de la dinámica creada, disfruté mucho que alguien tan luminoso como ella me admirara con la intensidad de 2006. Confieso: Quizás secretamente he buscado alimentar su idealización de mí, a pesar de que sé que eso es el primer obstáculo en cualquier relación. Pero es que es delicioso sentir que te ven como creo que sólo ella me ha sabido ver. Algo se muere en mí cada vez que siento que ella va viéndome más normal y corriente.
En fin, ha pasado ya un rato (voy pegándole a los 27), he bajado unos cuantos kilos y a ella se le pasó el gusto por Gael. Créanme, ya es decir. No sé qué cosas extraordinarias me tocará vivir en el futuro, pero no me queda duda que esta, la de la orquídea, seguirá siendo siempre una de mis mejores historias.
Esta es la historia de la distancia (física o metafísica) entre un hombre y una mujer. Adornada por un puente en forma de orquídea, ocurre más bien en Berlín pero empieza mucho antes en la Ciudad de México o quizás en Londres, y al parecer termina mucho después probablemente en esas mismas ciudades. Esta es una de mis mejores historias, y para ser contada necesita que hable sobre la protagonista, que ya antes de conocerme me acompañaba porque leía este blog. Aquí nació todo.
Me enteré de su existencia a mis 24 años, una tarde de otoño en la sala de las compus del GLS Sprachzentrum en Berlín, donde estudiaba y quesque escribía mi primer novela, que ahora ya no me gusta. Si mis cálculos no me fallan, escribiré una segunda cuyo encanto caducará al tiempo, y no será hasta la tercera ("la vencida") que esté satisfecho. De todas formas es posible que las historias que entonces relate no sean tan poderosas como esta, simplemente porque esta sí ocurrió y continúa ocurriendo. Dejen le sigo...
Intercambiamos un par de e-mails muy a la manera de dos personas que se conocen por internet: fantasías cargadas de halagos especiales (de ésos deliciosos que nutren el espíritu ególatra de cualquier wannabe artista) y claro, llenos de idealización.
Un día antes de mi cumpleaños ella ofreció enviarme un regalo que de entrada no acepté.
La curiosidad eventualmente mató al gato, y una tarde acabé cruzando el Tiergarten hasta la Klingelhöferstrasse para tomar un café en la embajada de México con un diplomático muy diplomático que sacó una caja de cartón larga, y un sobre con mi nombre.
Dentro había una orquídea viva, blanca; de parte de una mexicana misteriosa y desconocida que leía mi blog. La única vez en mi vida que alguien me había regalado una flor. Caminé despacio desde la salida del U-Bahn hasta mi depa, donde al llegar dos suizos medio malintencionados me preguntaron qué coño hacía un tipo de mi edad con una flor de ese tamaño. "Scrivo un Blog, un sacco di gente mi legge, comme ho fatto gli anni una delle mie fanatiche mi ha mandato questa orchidea dal Messico", contesté sonriendo. Ah verdaad, tómenla perros. "Cierren la boca pendejos", pensé en silencio al subir.
La carta citaba un poema sobre una orquídea, y ella me felicitaba por cumplir 25 y me decía que así estaría acompañado mientras terminaba de escribir. Y sí. Esa orquídea estuvo conmigo mientras escribía hasta las tantas, me vio llegar borracho de noche, despacio para no despertar al roomie, estuvo allí escuchando cómo canto fuerte con los audífonos puestos. Entre otras muchas cosas. La referencia que hasta la fecha uso para ella es precisamente esa: la de la orquídea.
Un buen día regresé a México, más gordo que nunca y con 25 años. Y la conocí en vivo. Confirmé - entre otras cosas - que podíamos hablar sin sentirnos incómodos, que ella era demasiado fan de Gael García Bernal (otro personaje de esta historia), que le gustaron mucho las bombas de chocolate de Los Danzantes, y que la de la orquídea acabaría siendo una gran historia que habría de contar (aquí mismo claro).
Ella ha dado mucho. Tengo una bufanda y un libro de Kundera, casi al llegar recibí su primer reenvío de un puesto de trabajo, hecho que se ha repetido una y otra vez hasta la fecha. Creo que ella dado más: esta historia tiene sus momentos oscuros en los que me he desaparecido. Al contarla, nunca falta ni faltará quien - por tener la desgracia de no haber nunca vivido algo igual -, me recomiende que desconfíe de ella, que es una locura enviar una flor a un bloggero desconocido al otro lado del Atlántico, que no hay que fiarse...
Pero está difícil. La estela que dejó la orquídea ha durado mucho: De repente volteo y no sé cómo, ella es hoy una amiga entrañable. Se convirtió en compañera de cenas en las que la buena conversación rivalizó con la buena mesa y ganó. Me ha presentado a amigos extraordinarios, ha estado ahí siempre desde entonces: en una ventana de messenger, detrás de una buena pizza o un buen café, en Coyoacán, por teléfono, o junto a mí en los cines.
Ya hasta nos fuimos de viaje y hubo un par de focos rojos, porque nos conocimos más. Creo que dentro de la dinámica creada, disfruté mucho que alguien tan luminoso como ella me admirara con la intensidad de 2006. Confieso: Quizás secretamente he buscado alimentar su idealización de mí, a pesar de que sé que eso es el primer obstáculo en cualquier relación. Pero es que es delicioso sentir que te ven como creo que sólo ella me ha sabido ver. Algo se muere en mí cada vez que siento que ella va viéndome más normal y corriente.
En fin, ha pasado ya un rato (voy pegándole a los 27), he bajado unos cuantos kilos y a ella se le pasó el gusto por Gael. Créanme, ya es decir. No sé qué cosas extraordinarias me tocará vivir en el futuro, pero no me queda duda que esta, la de la orquídea, seguirá siendo siempre una de mis mejores historias.
5 comentarios:
Jesús,
Que bonita historia, creo q sabes disfrutarla y vivirla, y tu de normal y corriente nada de nada.Sin lugar a dudas eres ESPECIAL y la de la orquídea supo verlo.Chica lista.
Besos corazón.
Zaragoza-España-
Yo tengo el privilegio de conocer a "la de la orquídea" y debo decir que, efectivamente, es una chica brillante. Aunque no creoque nunca llegue a pasársele del todo el gusto por Gael.
Que bonito post!
Luis -ja, ja, ja yo también la conozco y tampoco creo que se le pase, ahora simplemente será una fan closetera.
Estoy escandalizado por la reciente noticia del fin del crush enfermizo que "la de la orquidea" tenía con Gael. Siento lo mismo que sentí aquel invierno de 1992 en el que me enteré que los Reyes Magos eran los papás (siempre he sido muy crédulo).
Ok, iba a abstenerme de comentar este post porque no estoy segura de que sea adecuado comentar cuando el post habla de uno mismo!! Pero ahora me veo en la necesidad de comentar para hacer agradecimientos y aclaraciones…
Agradecimientos:
1. Yis: Qué más te puedo decir?? Ya te dije todo aquella vez que lo leí por primera vez, no hace falta repetirlo y hacerlo público. Muchísimas gracias por este post tan lindo sobre nuestra historia!! Je t’adore!!
2. Yola y Luis: gracias por llamarme lista y brillante! :)
Aclaraciones:
1. En efecto, soy lista y brillante! :)
2. En efecto, mi gusto-rayando en obsesión-psycho stalker por GGB ha desaparecido!! Kike, lo siento!! Se perdió en algún punto entre el rapeado que tiene a bien mostrarnos en su PÉSIMA película “Déficit” y su próxima paternidad. Sigo pensando que es un buen actor y un hombre guapo e inteligente que, como todos, comete errores; peeeero ya no me imagino mi vida a su lado (his lost! obvioooo!!! jajaja) y definitivamente ya no iría a stalkearlo para invitarle una chela en Londres o en algún hotel de México.
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