miércoles, 29 de noviembre de 2006

Rabia

Somos demasiados y no podrán pasar por encima de la vida que queremos heredar - (Amaral, Revolucion, Pajaros en la cabeza, 2005)
No voy nunca a resignarme. Nunca. Nunca voy a tragarme la idea de que los pueblos tienen el gobierno que se merecen. Por que es una mentira indecente. Porque no soy el unico que lo sabe. Ya no. Ya no podemos dormir tranquilos. Ya no podemos dejar mas de teclear como si fueramos a romper las mesas de los cyber cafes a pesar de que la gente nos mire, porque es hora de mostrarle a todos lo encabronados que estamos. Ya no podemos sentarnos ni descansar. No hasta que en nuestro pais vivamos todos decentemente. Aunque haya que sacrificar. Aunque haya que asesinar sin preguntar a cuanto diputado o senador o ladron se atreva a pisar el orden y las instituciones. Aunque haya que usar las manos, de buena o mala manera. Porque no vamos a ser una generacion de agachones. Ya no. Vamos a vivir soniando y a hacer que por nuestras pistolas nuestros hijos nazcan donde cae el mana. Y si no lo conseguimos, nada ya nos va a devolver la serenidad. Nada nos va a regresar el humor. Ninguno de nosotros va a renunciar a soniar que el nuestro podria ser un pais donde podriamos quizas vivir tranquilos. Estamos condenados por el remordimiento, ante tantos paisanos que no tienen lo que nosotros si. Condenados por la fortuna de tener salvavidas cuando el de junto se ahoga. Perseguidos y estigmatizados por la responsabilidad de por lo menos evitar las muertes o agitar las aguas para que los que tienen que hundirse se hundan.
Hoy desperte pensando que regresar a mi Mexico quizas no seria tan triste. Y me duele porque es mentira. Porque desde Prenzlauer Berg, de repente no se oye el asqueroso murmullo de la division social. Y dan ganas de escapar, de pasar por alto la propia cobardia y quedarse aqui, a buscar la leche de las vacas gordas en vez de ir a tratar de resucitar a las vacas moribundas.
No voy a ser nunca un adulto cabal y sereno. Nunca, porque no voy a poder dejar de emocionarme con la musica o pensar que si se puede. Jamas. De esa agua si no bebere. Como muchos. Muchos que hoy tambien estan trsites por sentir roto al pais. Y el dia que esto no se cumpla, el dia que sereno acepte lo que pasa entonces no sere yo, y este que escribe habra muerto.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Por qué estoy llorando

Soy un hombre de 25 años, traigo la barba demasiado crecida y el pelo larguísimo porque he estado fumando demasiado puros y demasiadas jarras de cerveza. Tengo las piernas enormes, por genética, por grasa y porque he caminado mucho cada día en Berlín.
Hoy ya puedo decir y escribir con tranquilidad que hace dos años y unos cuantos días se me murió mi abuela - el ser más hermoso con que me he encontrado - entre mis brazos, una tarde horrible en un cuarto compartido de la Clínica 1 (Gabriel Mancera y Xola) del Seguro Social en la Ciudad de México.
Soy Licenciado en Relaciones Internacionales por el ITAM, y mi tesis fue en pocas palabras, investigar y no perder el control de la propia rabia y tristeza al enterarse de tantos - tannntos - niños explotados sexualmente en México mientras nuestros "gobernantes" juegan a dar entrevistas.
En pocas palabras: soy un hombre muy fuerte. Y mientras tecleo, estoy llorando.
Mi padre es un hombre clásico, recto como un cuadrado. Poco expresivo. Difícil. Mi madre es una mujer hiperactiva, habladora, ruidosa. Difícil. Mi hermana Perla es un desastre, tiene un carácter cambiante y frecuentemente intoxicante. Difícil. Mi hermano Christopher es serio, hiperactivo, casi no nos gustan las mismas cosas. Difícil. Mis amigos nunca me escriben, son disfuncionales, extraños. Difíciles.
Y estoy en Berlín, recibiendo e-mails de cada uno de ellos, pensando en ellos, y me siento el hombre más orgulloso del mundo. Y así los quiero a todos.
Porque mi padre es bueno, honrado, trabajador, hermoso, siempre sorprendente. Me está ofreciendo una oportunidad que no se si merezco y no sé si aceptar.
Porque mi madre es generosa, optimista, valiente, maravillosa, y hace la mejor comida que has probado en tu vida. Estuvo conmigo aquí y se siente orgullosa de mí.
Más orgullo siento esta semana por mi hermana: se graduó el martes pasado. Exitosa,preciosa, alta en tantos sentidos, sensible, parrandera, con una voz para cantar que rompe y acaricia al mismo tiempo. La admiro por su corazón y tenacidad, tiene sueños y aspiraciones, y las va a conseguir más pronto de lo que cree.
Porque mi mejor amigo es noble, chambeador, sencillo. Porque extraño su compañía cada noche que voy para algún buen bar de Berlín. Porque va a irle bien en su trabajo.
Porque Gaby esta ahí siempre conmigo y Lore igual, y el estimadísimo Eduardo y María K se acuerdan de mí, y la otra María que tanto admiro va a casarse el sábado, igual que en enero Valeria a quien le debo tanto...Porque Muradás tiene otra vez novia y está contento y porque mi entrañable Pamela también tiene un nuevo amigo por ahí, y Ale Hernando se gradúa y mi compa Alan Picazo ya termina la carrera y Priscilla va bien y con novio y Sara es exitosísima y Sonia es doctora en derecho y Vero va a hacer una fiesta en su casa. usw.
Porque hay una orquídea esperandome en algún lado de esta ciudad.
Estoy llorando, porque me nace una emoción al darme cuenta que a pesar de todas las dificultades, del tiempo y la distancia y la imposibildad, la vida me escogió a mí.
Estoy llorando porque acabo de descubrir que soy yo (!!!) quien tiene el mejor padre, madre, hermana y amigos de todo Berlín, y de todo México, y de todo el mundo.

martes, 21 de noviembre de 2006

Ya tengo cámara

"Me gusta abrir los ojos y estar vivo" [Fito Páez]
"Cuando el tiempo pasa y nos hacemos viejos [...] por eso yo quiero que mis años pasen junto a tí mi amor eterno, junto a mi familia, junto a mis amigos y mi voz [...] y es que vale mas tener bien llenito el corazón [...] aunque estemos lejos o aunque estemos cerca..." [Juanes, Nada valgo sin tu amor, Mi Sangre, 2004]
Y también tengo 25 años recién cumplidos el sábado pasado. Y mi madre estuvo de visita conmigo. Ahora sí, ante lo increíble, ante tanta suerte y posibilidad aquí dejo la prueba, para todo el que la vea y para mí mismo, de que es posible pedirle a la vida tanto. Es posible construír un momento de felicidad y combinar, por ejemplo, vivir en Alemania, hacer años y abrazar a mi mamá, todo al mismo tiempo, el mismo día. Y claro, poder fotografiarlo.

lunes, 13 de noviembre de 2006

Un mapa onírico de Berlín

"Seguro los matices, detalles, sugerencias, búsquedas y adivinaciones no serán los mismos [...] pero seguiremos recorriendo el mapa sentimental de la memoria." [Margarita Martinez]
"[...] Que está tan dentro de mi vida y a la vez esta tan fuera se que volveré a perderme y la encontraré de nuevo pero con otro rostro y otro nombre diferente y otro cuerpo. Pero sigue siendo ella, que otra vez me lleva, nunca me responde [...] Gente que va y que viene y, siempre es Ella, que me miente y me lo niega; Que me olvida y me recuerda..." [Alejandro Sanz]
Berlín sin tí es - como todas las ciudades -, un mal sueño inquietante. Pelirroja tenías que ser. Inesperada. Y vivo en Prenzlauer Berg, donde la panadera y la que vende las salchichas y la punk radical y la del perro y Lola y la del Milchkaffee son tu. Y salgo, camino a ver si el viento fuerte de Berlín me arranca de los ojos la imagen del sueño en el que por fin nos dejabamos de ideologías y guerras frías y nos atrevíamos a derrumbar como muros los destinos y martilleabamos nuestras fronteras dejando en libertad los deseos contenidos al este y al oeste del mundo. Y volvíamos a ser uno: amanecíamos borrachos besándonos en la Puerta de Brandemburgo, pero esta vez nunca regresábamos. De repente, mientras me voy preguntando cómo es que alguien puede pensar que el alemán es áspero - cuando tiene calles como Unter den Linden (Bajo los Tilos), o mi calle Kastanienallee (La calle de las castañas) - te veo cruzando el Checkpoint Charlie. Te alcanzo. ¿Qué haces aquí? Tu cara se disuelve entre la de una alemana que no me entiende.
Y juego a ser Jean-Baptiste Grenouille, buscando el aroma de aquella hermosa mujer pelirroja para volver a encontrar el perfume sublime y sensual que lo vuelve loco y lo hace sentir de 13 como tú a mí (los años pesan una semana antes de cumplir los 25) y guardarlo si se puede: ahorrarlo para tiempos de soledad como este. Pero no. Ni desde lo alto de la Fernsehtur en Alexanderplatz ni desde la cúpula del Reichstag te encuentro. Falsa alarma.
Y en Kurfurstendamm, oigo tu voz. Hablando y esculpiendo a tu manera el aire, como siempre haces y me acerco. Sentado contigo esta Mister Las Vegas, con su corbata y su pelo brillante, un brazo en tu espalda. Me bebo a mí mismo tranquilo en un vaso de Berliner Weisse rojo. Y en Charlottenburg, otra vez ahí estás. Ya te creció el pelo.
No, no eras tu. Otra vez me equivoqué.
Entonces hizo frío. Me bajo a la estación del U-Bahn mientras termina de llover, una no-pelirroja me espera. ¿O la esperaba yo a ella??? Me ha comprado una bufanda muy de mi gusto. Cree que estamos en París y que tengo un elefante gris en que podemos montar para ir a dormir a la luna cuando todos los hostales de Friedrichsain estén llenos y no tengamos donde quedarnos. Apenas la conozco. Como tú, se trasluce en un sueño, que igual termina junto con el fin de la Karl Marx Alee, pero es lo que necesito. No la saco de su error y le presto mi abrigo para que duerma mientras me abraza. No puedo verlo, pero creo que arriba, el reloj del Urania-Weltzeituhr marca la hora en la que una nueva musa esta lista para habitar mis escritos mas onirícos. Sí, todavía mucho más oníricos que este. Los segundos corren, y yo - despues de tantas malas apuestas ciegas - no sé si subirme a ese tren dirección Pankow, olvidarte y dejarte guardada en lo mas alto de la Gedächtniskirche para luego explorar sin miedo otra parte nueva de Berlín.

sábado, 11 de noviembre de 2006

Too much information

Probablemente este sea el escrito mas prosaico que ha aparecido en este espacio, pero hoy tengo que hacer un homenaje, voy a tratar de no decir más de la cuenta, lo prometo.
Anoche me quedó claro: todo depende de conocerse bien y saber como le funciona a cada uno. Hay a quien se le da muy bien, hay a quien desafortunadamente no tanto. Creo, a mí en este caso - gracias a Dios - se me da bastante, no seré el mejor pero me defiendo re-bien.
Hoy que es sábado y estoy crudo, amaneció bastante flojo. Pero es que estuvo firme hasta la madrugada: no pensé que fuera a funcionar así (según yo fue el alcohol), es increíble cuando uno se soprende de sus propias capacidades. Ayer le preguntaba a la gente qué les parecía y había opiniones divididas. En lo personal, siento un clamor general de que igual y es un poco tosco, grotesco. Para mí no. Y claro, mi punto de vista hacia mí mismo no es objetivo: yo creo que es dulce, sensato. Modestia aparte - y está mal que yo lo diga -, el mío me encanta. Estos días le he dedicado muchos ratos, para que a la hora de la hora el mundo entero se quede con la boca abierta. Y a partir de las buenas experiencias de este viaje en Berlín no me cabe duda que voy a lograrlo. De una cosa así de grande no se puede esperar más que satisfacciones, y en una de esas un buen aumento de sueldo (jeje). Es necesario en este mundo donde la competencia está tan difícil. Sin duda, el idioma alemán es mi mejor amigo. Y ahora me voy a seguir estudiándolo. Pero es que es mucha información.

jueves, 9 de noviembre de 2006

9.11.2006 Die Mauer ist weg - 17 Jahren

Hoy, todos en el este de Berlín amanecimos asumiendo que podemos ir a donde nos dé la gana y movernos libremente por toda la ciudad. Esa sensacin, no es tan reciente aquí. De hecho la división sigue siendo evidente. Hace justamente 17 años, en 1989, mientras me tragaba mi Chocomilk antes de ir a la escuela, no entendía porque mi mamá estaba tan conmovida en su pijama: Te acuerdas de los dos hermanos que te conté que no podían verse porque había un muro? me dijo. Pues ya se pueden ver.
Hoy lo entiendo mejor, y estoy aquí, justo donde veía aquel día por la tele que la gente martilleaba la piedra y celebraba en la Puerta de Brandemburgo...Y lo siento mucho. Literalmente. Siento esta ciudad y su pueblo como antes cuando no tenía idea de qué era el capitalismo, pero sabía que cuando dos hermanos se separan es muy triste, y cuando se reencuentran es algo enormemente celebrable. Mucho. Fuerte. Y me encanta. Y me alegro.

martes, 7 de noviembre de 2006

Dresden y los ojos

"Isn't anyone trying to find me? Won't somebody come take me home?
It's a damn cold night Trying to figure out this life Won't you take me by the hand Take me somewhere new I don't know who you are But I... I'm with you" [Avril Lavigne]
Este fin de semana estuve en Dresden con mi gran amiga María, que vive en Stuttgart. Desde la llegada, notamos que el viento de Sajonia no estaba de humor para turistas, y menos rotos, ruidosos, desorientados y perdedizos como nosotros. Mi paraguas perdió la pelea contra la lluvia. Y para el domingo, las ideas ideales hicieron lo propio para animar a María, que ya estaba harta, mojada y desanimada. Porque entonces se me ocurrió decir que seguramente en ese mismo momento había alguien en algún lado del mundo estudiando sobre Dresden y la Frauenkirche. Que probablemente soñaría toda su vida con caminar por el Zwinger, le contaría a sus hijos durante muchas cenas que en esa ciudad se inventaron las bolsas para el té y trabajaría muchos días para viajar, mirar hacia las nubes grises y abrir la boca para al fin probar el agua de la lluvia de Dresden - sabiendo y conociendo más que nosotros -, y quizás nunca en su vida conseguiría estar aquí. Y a lo mejor sus hijos tampoco.
Y así María se acordó de lo afortunados que somos, de la gran responsabilidad y obligación que tenemos los viajeros de vivir al máximo los sueños de otros como propios.
Una de las mejores historias que me sé, y probablemente la que más amo y recuerdo en estos días en los que el aniversario luctuoso acecha, tiene como protagonista a mi abuela, quien fue invidente. Hubo un día, cuando estaba perdiendo la vista, en que tenía que cruzar una calle, pero no estaba segura de calcular bien la distancia. Justo se acercó a ella una mujer que tenía miedo de caerse, porque algo tenía mal en las piernas. No olvido cómo me contaba que se dijeron: Señora no se preocupe, yo soy fuerte y le ayudo, pero no veo bien, así que Usted tiene que guiarnos... Creo que así estamos los seres humanos. Justo ahí en el momento preciso, probando que la casualidad no existe. Asiéndonos unos a otros, a veces sin darnos cuenta. Acompañándonos de maneras más profundas de las que se pueden ver físicamente. Estamos juntos en tristeza y en triunfo. Quizás exista un equilibrio en el que los que amamos la música la disfrutamos a nombre de los sordos. En el que a veces somos bocas o mudos, a veces piernas o cojos, a veces ojos o ciegos...
Así me gusta pensar que estoy viviendo en Berlín y en Dresde, y dondequiera que vaya. Siendo los ojos de todos los que no pueden ver estas maravillas. Compartiendo el protagonismo con quien sueña y soñará con estar pero físicamente no puede.
Porque entonces, María y yo estuvimos cargándote en Dresden, y fuimos tus ojos aunque tú no lo sabías. Porque nos acordamos de ti - nuestr@ companer@ de viaje - que no nos conoces y en tu honor dejamos de quejarnos y disfrutamos de bebernos toda Dresde en un trago.

jueves, 2 de noviembre de 2006

No tengo cámara

Estando aquí no estoy. Estando aquí no estoy no estoy. [Santa Sabina]
Aquel último dia en Sevilla, un pincho moruno empujó la cámara que iba a traerme y la descompuso. Desde que llegué, he echado a faltar mucho hacer fotos, tanto para acordarme en el futuro como era todo, como para poner aquí, como para ensenar de vuelta a mi familia.
Hoy, salí a caminar hacia la puerta de Brandemburgo. Me estremeci de frío. De asombro por cómo he cambiado desde la última vez que estuve fuera. De todas las cosas que tengo que dejar aquí para regresar y pelear por las que abandoné allá.
Como un perro manso, la piel del aire de Berlín me lengüeteó la cara en señal de bienvenida. A lo lejos, pude ver ese caballo que siempre se ve en las fotos sobre la gran puerta. Y me sentí berlinés. Me di cuenta que sin cámara no hay ni siquiera prueba de que estoy aquí, que en esta capital nadie voltea a ver gente con con estos -3 grados canta y trae bermudas rojas y Nivea en la cara, que además aqui nadie me conoce.
Y sin más ni mas salté. Di vueltas en plena calle. Como en una de esas películas donde el personaje es muy intenso. Pues así yo. Sonreí fuerte y francamente y llegué. No pude hacerle una foto, pero la cruzé y traspasé de ida y de regreso una y otra vez, haciendo alarde de la libertad que hace unos 17 años mi maestra de alemán no tuvo cuando era niña para cruzarse a ver a su abuela que estaba en el Oeste. Y canté a todo pulmón.
Esta vez no hay foto. Van a tener que creerme que hoy Berlín y yo nos abrazamos.