"La modestia es la virtud de los que no tienen otra."
Álvaro de la Iglesia.
"La grandeza de un hombre se mide por el tamaño de sus ideales hechos vida."
Carlos de la Isla.
"Perro que ladra no muerde"
Sabiduría popular.
No cabe duda, otra de las situaciones que más desencadenan reacciones, pensamientos, desilusiones y confrontaciones de ideas, es la decepción.
Me alegro de que mis sentires sean tan cambiantes casi como los posts de un blog. Lo cual no me parece contradictorio ni mucho menos, me explica por qué hay sentimientos que hoy están y mañana no, y cómo es que algunos se mantienen a pesar de los golpes. Por eso la mejor pareja de casados se divorcia al día siguiente, o existen matrimonios que perdonan infidelidades e insultos, porque un día está el sentimiento de agravio y el siguiente está el del perdón.
Y eso me ayuda porque quiero a mis amigos, y en mi vida ya existen algunos que llegaron para quedarse, por lo menos en mí, sin importar lo que pase en el futuro.
De repente, uno no se explica cómo alguien que uno cree conocer, puede producir de la noche a la mañana - literalmente - ideas demasiado insolentes, parece que se trata de dos personas distintas, no se reconoce al amigo, casi como si alguien opuestamente distinto robara su identidad y habitara su cuerpo. Y uno se siente completamente decepcionado. Una especie de You think you know, but you got noooo idea...a la mala.
Tal vez les pase eso a mis amigos que leen este espacio, he recibido comentarios de que contrasta mucho el contenido nostálgico y depresivo de estas letras con mi forma de ser en cuanto al trato personal, más bien valemadrista y tranquilo.
En fin, me pareció pertinente hacer la aclaración, porque de repente el Internet nos traiciona, distorsiona y nos hace percibir mal realidades e intenciones.
Anoche estuve con mi amigo Michel tomando una cuba, y hubo un intercambio de ideas increíble, para mí. Terminé de ordenarlas hoy después de leer una que otra cosa, y creo que es buena idea compartirlas.
Hablábamos de la falsa modestia, tan extendida estos días. Mi opinión es que aplica eso de al pan pan y al vino vino para decir las cosas como son. Si uno es bueno en esto y en aquello, ¿por qué no decirlo si es verdad y viene al caso? Todos tenemos talentos y carencias, ¿por qué sólo hablar de lo malo y no reconocer lo bueno? Y en caso de cometer excesos al momento de autovalorarse, me parece mejor ser arrogante y presumido, que agachón y apocado, aunque ambos extremos son igualmente peligrosos. Corremos el riesgo de no ver cómo somos excelentes para unas cosas, y limitados para otras, y así sobreestimarnos o subestimarnos creyendo que estamos por encima o por debajo del promedio, perdiendo la humildad en el primer caso y la dignidad en el segundo.
Lo más importante creo yo, es no tener modestia para con nosotros mismos, saber en qué sí y en qué no se puede: ahí radica el éxito de nuestra vida. No es necesario decir lo que es evidente, siempre se nota cuando alguien es excelente o pésimo en algo, y hay muy pocas veces en que es útil deshacerse de la modestia para comunicar con palabras a otros lo que ya perciben: la mayoría de las veces, ya lo saben. Lo que se vé no se pregunta, como dice Juan Ga.
Así pues, si uno sabe quién es, actuará acorde a ello. Y creo que justo ahí, en el esfuerzo que cada quien – en base al conocimiento introspectivo de sus limitaciones - le ponga a la vida, se encierra lo que yo entiendo por inteligencia, esa mitificada cualidad que nos define como seres humanos.
Para no definirla y caer en terrenos movedizos, prefiero describir lo que yo entiendo. En mi muy personal opinion es más inteligente aquél con un IQ normalito, que sabe que todo le costará más trabajo, pero va y lo persigue – se arriesga, vive y se queda callado -, que aquél que tiene un IQ de superdotado que se queda inmóvil dormido en sus laureles - se confía, muere y abre la boca -. Equiparo la inteligencia con el ímpetu interno que se tiene de vivir, el trabajo y la experiencia. Y así, equiparo la estupidez con la desidia, inercia, dejadez y negligencia.
No me parece inteligente alguien de mi edad que, con una capacidad intelecutal y afectiva excepcional, aún no se haya destetado y siga comportándose como un niño de 6 años. Decepciona hasta el suelo que alguien con tantas supuestas cualidades eche mano de todo cuanto tiene en frente – blog incluido y todo – para exigir y llamar desesperadamente y a toda costa la atención, exigiendo – justo, justo así como demanda un niño la teta de su madre -, que todos se callen y dejen de inmediato lo que tienen que hacer para escucharlo. Desilusiona. Desvirtúa. Roba naturalidad a la convivencia.
Tampoco pienso que es inteligente el traicionar a lo que queremos profundamente, ni por un ratito, ni siquiera cuando sea en secreto. También eso desilusiona.
Y he de decir que esta concepción personal de la inteligencia no me favorece en lo más mínimo. Hasta hace muy poco, a pesar de que conocía de sobra mis potencialidades, nunca hice nada por explotarlas, y es un proceso complicado, que de repente resquebraja y desgasta, pero del que al final espero salir bien librado. No puedo decir que he sido muy inteligente. De momento, me parece que es un buen inicio haberse dado cuenta que de nada sirve tener o ser lo máximo, si nos quedamos tan solo en las palabras, y nos dormimos pensando en lo maravillosos que somos, sin falsas modestias.
Bien decía Marx que hay que sacarle todo el provecho posible al capital, y deshechar lo que no se use. Así, los talentos, los dones, los superdotes, cuando se tienen, son para explotarse, y para derrocharse si se tienen en exceso. Para vaciarlos hacie el mundo. ¿De qué sirven todos los millones que se quiera guardaditos en el banco? ¿No sería mejor sacarlos y gastarlos? Compartirlos, invertirlos, multiplicarlos, disfrutarlos...
Y sería una pena que, en vez de dedicar nuestro tiempo a pelear contra nuestros propios demonios, superar co-dependencias y complejos, echarle todas las vísceras a nuestros talentos; cayéramos – pensando que dejamos a un lado la modestia - en la presunción, confundiendo honestidad con cinismo sentado en bases frágiles, cuando, como dije más arriba, no hay necesidad de señalar lo evidente. Porque de millones en el banco, todos podríamos presumir y hablar (mientras estén guardadas donde nadie los ve, nadie sabe si son abundantes o escasos). Y la vida es tan corta...Ya lo decía Quevedo y Villegas:
"Rosal, menos presunción,
donde están las clavelinas,
pues serán mañana espinas
las que ahora rosas son.
¿De qué sirve presumir,
rosal, de buen parecer,
si aún no acabas de nacer
cuando empiezas a morir?[...] "
Así que, no nos asustemos al leernos y aclaremos malentendidos, tenemos tantas facetas...y al final somos tan sólo humanos, que, afortunadamente se equivocan.
Me disculpo de antemano: modestia aparte, no sé cómo decir lo que quieren escuchar, espero se comprenda que todo este discurso se hace después de una decepción que seguro es temporal y con la intención de que no se extinga la admiración.
Leamos entre líneas y después de la introspección personal, escuchémonos, tal vez aprendamos algo con un poco de modestia. Así, hoy aspiro a que las decepciones nos muevan a pensar dos veces. A ver que se puede - y es de sabios - cambiar, como se cambia un post, nuestra vida hacia otro capítulo mejor y más inteligente.
Después de todo, como le decía anoche a mi amigo Michel, haciendo a un lado mi modestia:
No tengo ni un solo amigo que no sea un chingón : díme con quien andas y te diré quién eres.