viernes, 8 de julio de 2011

De Hombres y de Dioses

“Quien mate a su hermano, se irá al infierno”
- El Corán

Esta cinta ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2010, narra cadenciosamente la historia real de ocho monjes cistercienses franceses que habitan un monasterio en una población musulmana en Argelia, durante la guerra civil de los años noventa, cuando grupos de fundamentalistas islámicos sembraron terror en la región.
Cercanos a los pobladores, los monjes - que comparten sus labores y festividades, y se hacen cargo de sus necesidades médicas – se verán enfrentados a la terrible duda de quedarse o abandonar el país ante la amenaza latente de ser asesinados por los terroristas.

¿Es cobarde partir cuando los extremistas acechan? Enmarcado en el atractivo exotismo del Medio Oriente que tanto ha fascinado siempre al pueblo francés, el director Xavier Beauvois no sólo brinda una historia de esperanza en tiempos de sangre, sino una sutil crítica a la colonización francesa en Argelia y un compendio de interesantes reflexiones que pueden trasladarse hasta el México de hoy.
Entre cánticos antiguos de iglesia, el trágico planteamiento de la película ofrece una alternativa de filosofía y comportamiento ante el terror que al amenazar parece estar cada vez más cerca: un escenario con el que los mexicanos podemos identificarnos perfectamente.
El problema de resolver ser mártires por quedarse en un lugar no aplica cuando la realidad se desborda y hace parecer la decisión como un suicidio, haciendo que el heroísmo se diluya a pesar de que ser libre bien puede definirse como el no tener miedo a morir.
La democracia como sistema aparece sugerida, confrontando a Christian - el sacerdote líder por quien sus compañeros votaron en un principio para que decidiera por ellos - con el descontento propio de la rendición de cuentas, que surge a partir de la insatisfacción de la mayoría ante las decisiones inesperadas, algo con lo que también, muchos mexicanos pueden indentificar en su vida actual.
La escena sin diálogos en la que los frailes disfrutan de una cena a la que incorporan vino y música es conmovedora e invita a revalorar el amor a la vida, aunque si un elemento en esta obra es capaz de arrancar el corazón y simpatía del espectador es el actor Jacques Herlin en el cándido papel de Amédée, el sacerdote más viejo del grupo.

Un buen pastor no abandona nunca a su rebaño cuando llega el lobo: Para que esta joya permanezca en salas, hay que ir a verla ya. De Dioses y de Hombres, llega por fin a las pantallas de México este viernes 8 de julio en Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional, The Movie Company y Lumiere.