domingo, 24 de diciembre de 2006

Frohe Weihnachten!!!

"I'm dreaming tonight of a place I love/Even more than I usually do/And although I know it's a long road back/I promise you/I'll be home for Christmas/You can count on me/Christmas eve will find me/Where the love light gleams[...] I'll be home for Christmas/If only in my dreams/If only in my dreams..." [Michael Bublé, I'll be home for Christmas, Let it Snow, 2005]
En este año tan bueno, no tengo más que agradecer a todos los que visitaron este espacio, y aprovechando este estado de ánimo ex-berlinés, desear que todo lo que quieran se les haga, que no conozcan nunca la soledad, que tengan siempre salud y facultad para decidir sobre sus vidas, y que sus sueños se materialicen lo más pronto posible. Un abrazo enorme...

viernes, 22 de diciembre de 2006

Der letzte Tag (Del Patriotismo)

"Ist das etwa schon der Tag danach /Wo alle Uhren still steh'n /Wo's am Horizont zu Ende ist /Und alle Träume schlafen geh'n /Sind wir zum letzten mal zusammen /Es hat doch grad' erst angefangen /Wenn dieser Tag der letzte ist /Bitte sag es mir noch nicht /Wenn das das Ende für uns ist / Sag's nich'- Noch nich' " (Tokio Hotel, Der letzte Tag, 2006)
Hoy estoy envuelto en esa sensación triste de la partida. El próximo domingo es mi último día en Berlín. Con 25 años y unos cuantos viajes como este encima, sigo viajando dentro de mi mismo para contenerme cada vez que he de despedirme de alguien importante. No he aprendido a resignarme al costo de oportunidad. Aún no sé cómo descartar la posibilidad de tener amigos, maestros y gente: algo dentro de mí se rehusa a no-involucrarse, a pesar de que de antemano sé que van a llegar días como hoy en el que - siendo realistas -, me despido de quien nunca más volveré a ver. Así (y menos mal), sigo siendo ese adolescente de 17 que contiene el llanto y abraza fuerte, porque sabe que si viviera en la misma ciudad y con la misma gente que ha conocido estaría contento de tener tantos amigos. Pero eso no es así, y los amigos se sentirán siempre pero físicamente se esfuman.
Pero hoy ante la retrospectiva y aprendizaje del viaje, quiero hablar del patriotismo, en esta tierra donde a todos les pesa sentirse abiertamente orgullosos de ser alemanes. Así como los judíos nacen (o nacían) heredando un sentimiento de "a lo largo de la historia nos exterminaron, y hay que unirnos para que no nos lo vuelvan a hacer", los alemanes tienen el chip de "a lo largo de la historia exterminamos, y hay que evitar a toda costa volvernos a convertir en monstruos". Por todas partes se ven símbolos y gestos de homenaje, o de disposición de pagar moralmente los platos rotos, o precaución de ser demasiado nacionalista. Con la misma fuerza que desata la pasión y el orgullo nacional en un francés, los alemanes temen el sentirse el mejor país del mundo. Y no olvidemos, que seis millones de ruandeses (el mismo número que de judíos en la guerra) murieron hace todavía muy poco, y de eso no se habla en Francia (Ni en ningún otro lado). La culpa y la responsabilidad histórica alemana, en contraste, es omnipresente.
Fue hasta este año, durante la copa del mundo de fútbol 2006, que los alemanes decidieron ondear banderas, y me alegro. Para mí este país es grande, y como mexicano no tengo reparo en sentirlo. Los alemanes están en un punto donde han reflexionado como pueblo y están redescubriendo su orgullo nacional. Y esto me lleva a pensar de que es justo así como un patriotismo sano nace en óptimas condiciones. El patriotismo es pensado, razonado, durante largo tiempo.
Lo digo, orgullosísimo de ser mexicano en Berlín, y sin el mas mínimo átimo de modestia. Porque este viaje, fui el mexicano que nunca llegó tarde, siempre entregó las tareas, y no rebuznó ante la gramática. Decidí ser el mexicano que echó el mayor desmadre pero con el más alto respeto y moderación. Il messicano que no enseñó a los extranjeros a decir palabrotas en español, ni vomitó en la calle, ni se llevó nada del buffet de la escuela, ni se fue sin pagar o anduvo zozobrando a ver qué gorreaba (como muchas otras personas - emabajadoras involuntarias de sus países y víctimas de la generalización - hicieron).
Pensé en ser der Mexikaner, que no se fue siempre con los latinos ni habló español todo el tiempo, y se comunicó con todos la mayor de las veces en su propio idioma. El mexicano que sin intentar encubrir las deficiencias de nuestro país, siempre habló maravillas y se concentró en los tantos puntos positivos, y convenció. Le mexicain que evitó hacer comparaciones absurdas entre los países, para así enriquecerse de todas las nacionalidades (la propia incluída), y aprendió mucho de los estilos de vida o costumbres opuestos o ajenos a los propios, con muy muy buenos resultados.
Porque lo logré (!!!). Sin esfuerzos innecesarios, y sin tratar de complacer a nadie, sino por el puro gusto de ser mexicano. Logré que - por lo menos en mi entorno inmediato que hoy se disipa - la próxima vez que alguien oiga México, sienta cariño. Y por tanto, me encariñé de más con casi todos, y estoy abrumado de dar y recibir tantos abrazos sinceros. Y confieso aquí, que después de las despedidas y muy muy en el fondo, hay una voz que al sentir todo esto grita bajito algo así como Viva Mexico Ca*&ones...

sábado, 16 de diciembre de 2006

Es ist fünf vor zwölf...

"You´re just too good to be true..." [Esta no se quién la canta, pero todos la conocemos...]
"Cuando la pena cae sobre mí el mundo deja ya de existir, miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos. [...] Cada momento era especial, días sin prisas, tardes de paz, miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos. " [Luz Casal, Entre mis Recuerdos.]
Faltan cinco para las doce, y este sueño señores, aún queda. Hubo una vez alguien que al menos un tiempo logro escaparse de sí mismo por última vez antes de caer y se fue a Berlín. Y ése, aún soy yo. Todavía tengo tiempo para cerrar los ojos en en el Opernpalais, donde huele a espuma de cerveza, hielo acampanado, vino caliente, algodones de escarcha, castañas doradas, herraduras de caballo, bufandas profundas, salchichas y pretzels...y todo es Alemania o Navidad y yo. Sigo viviendo - hasta el último momento -un sueño entre tranvias, S-Bahns y U-Bahns.
Pero algo me dice que esto no es cierto, cuando abro los ojos y me encuentro - por ejemplo -, con el invierno más soleado en que en 300 años ha vivido Alemania. Cuando me encuentro con que siempre, ahí donde estoy está la música que me gusta, y las canciones que más amo me siguen por toda la ciudad, como forzándome a cantar. Y aunque sabes que de vuelta a lo que por comodidad sigues llamando "casa" te espera el chevy chocado, poco dinero en el bolsillo, meses de desempleo y una crisis existencial de la que lograste evadirte durante ya casi tres meses, no puedes parar.
Despiertas dentro del sueño y en la ventana de la que sientes tu casa hay una orquídea de verdad que alguien especial te envió desde lejos. Afuera no hace frío, y siempre hay que sacrificar una exposición por tomar cerveza, o al revés. A lo mejor la noche anterior tocaste la guitarra de un desconocido y cantaste muchas canciones en tu idioma en la Hofbräuhaus, y los turistas (especialmente los japoneses) te hicieron fotos y aplaudieron, y supiste que siempre te acordarías de aquel momento, porque estás a punto de renunciar a él. O igual y cocinas hoy algo mexicano para 20 amigos.
Ya tengo nostalgia de patear el centro de Berlín porque estoy sintiendo que que me abandona, y no logro asirme a él. Supongo que es porque en realidad no existe, no puede tocarse. Nada es así de perfecto en mi vida. Todo lo indica, esto no pudo ser cierto. Según las señales, el 5 de diciembre fue más caluroso que el 5 de junio. Algo raro esta pasando en el aire berlinés, que tanto me quiere, pero. . . Por qué tanto este año? Por qué todo sale tan bien?
Así que estoy tratando con todas mis fuerzas de clavar todas mis estacas para que en algún lado de aquí quede el testimonio que unos días de mi vida fui feliz y no me preocupé de nada y me reí del clima y y los idiomas y el tiempo y el dinero y los escritorios y los portafolios y la diplomacia y mi propio destino inmediato. De coleccionar recuerdos y grabar por las paredes de Munich que el fin de semana pasado después de esperar muchos años conocí la nieve y la tuve entre las manos y aunque me es muy difícil describir como es, mi primer pensamiento literal fue Pues ni hace tanto frío, seguido de quiero echarme en la nieveee. Y asi la dejé atrás, apilándose en el castillo de Neuschwanstein, que tampoco parecía real, para continuar viviendo el tiempo camino hacia el despertar. Hasta que el reloj marque las doce, no quiero pensar lo que me espera en México. Sé que todo esto no es cierto, que no es mi vida, que no estoy aquí ni nunca estuve, pero aun así, necesito vivirlo como si así lo fuera.
Porque es ist fünf vor zwölf, y este sueño señores, se acaba.

lunes, 4 de diciembre de 2006

De la belleza en Berlín

belleza.

(De bello).

f. Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual.
Esta semana casi no puedo abrir la boca, porque estoy masticando demasiado Berlín. Los ojos no me responden, no se mueven a mis órdenes, no distinguen nada que no sea esta ciudad. Poco tiempo tienen las manos ocupadas en rascar todas las letras de cada palabra alemana y atrapar todo lo que al volar este perfumado de arte.
La poca pretención berlinesa me tiene atrapado. A diferencia de muchas otras ciudades europeas, aquí hoy el afán de belleza es ausente, tanto en las personas como en el paisaje urbano. Aquí - especial y naturalmente en el Este de la capital - nadie se arregla, ninguno busca hacerse elegante, ni ganar en murmullos preciosos. Nadie o muy pocos. Obviamente - como en todas partes - existen personas y edificios contaminados por la moda.
Si alguien pinta, o se maquilla, o utiliza color o no-color, es para expresarse simplemente. Para comunicar y ser, no para gustar o amoldarse. No busca imitar ni agradar, ni ser más o menos bonito: busca explorar y compartir la intuición del espíritu, propio o colectivo. Sin importar la manera estética que resulte. Y, como el mismo carácter humano, está eternamente en fase de renovación.
Como mi vida en estos momentos, Berlín esta por todas partes en obras. No construyendo edificios nuevos, sino transformando los que ya están. Así, su belleza perpetua es siempre efímera y cambiante. No existen modelos ni prototipos. (Aunque he de confesar que por coincidencia es muy ochentero. Me encanta)
Y por eso creo que prácticamente la ciudad entera - en un momento o en otro o siempre - es hermosa, junto con todos sus habitantes. Mi mamá y yo y l@s amig@s que ya se me fueron incluid@s.
"La belleza es muy superior al genio: no necesita explicacion" - Oscar Wilde